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Empotrando aviones

La Razón
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Entre todo lo leído durante esta semana, encuentro unas declaraciones de una controladora aérea, Cristina Antón, bióloga de 45 años, en un blog: «Yo no puedo trabajar 4.000 o 5.000 horas al año. Vamos a terminar empotrando un avión». Primero, para trabajar 4.032 horas al año, debería trabajar 12 horas los 7 días de la semana, 4 semanas al mes los 12 meses del año. Eso no lo hace ningún controlador ni aquí ni en Pernambuco. Segundo, si creen que terminarán empotrando un avión, lo que deberían hacer es dejar su trabajo en aras de esa seguridad del pasajero en la que aseguran sostener su protesta. Cuanto más argumentan su postura más lo estropean. Buscar dar pena sin pedir perdón nunca funciona. El otro día vi a una controladora intentando llorar ante una cámara de televisión diciendo que no es agradable que te apunten con una pistola mientras haces tu trabajo. Lo supongo, como supongo que a los padres del niño con un tumor en el estómago que intentaba viajar para ser operado y al que el plante salvaje de los controladores se lo impidió, tampoco les parecería agradable. Eso sí es para llorar, eso sí es chantaje, eso sí que es para empotrarse contra la pared o, en su defecto, empotrar a alguien. ¿Se imaginan que los cirujanos decidieran suspender sus operaciones? ¿Qué dirían los controladores si sus hijos necesitaran ser operados de urgencia y el cirujano se negara porque no se cumplen sus condiciones laborales? Mal rollo, ¿verdad? Otra cosa: A ver si un día explican cómo siendo biólogo, periodista, abogado o historiador terminas controlando el tráfico aéreo. Sería interesante.