Teatro

Los Ángeles

«Razas»: Mamet más negro que nunca

No hace falta viajar al tercer mundo: en el democrático occidente, el color de la piel puede implicar la vida o la muerte. «La Policía dijo que él fue el autor de los hechos / y el jurado, todos blancos, estuvo de acuerdo», cantaba Dylan sobre el injustamente encarcelado Rubin Carter en «Hurricane»

juicios y prejuicios Toni Cantó y Emilio Buale son dos abogados de un bufete en «Razas»
juicios y prejuicios Toni Cantó y Emilio Buale son dos abogados de un bufete en «Razas»larazon

Más recientemente, los policías que apalearon brutalmente a Rodney King quedaron libres y Los Ángeles ardió. Era 1992. América no ha cambiado apenas desde entonces. Y la nueva Europa repleta de inmigrantes apunta maneras. Ante las injusticias, la ley del péndulo actúa irremisiblemente, y surgen las cuotas, la discriminación positiva, el racismo inverso, la censura de lo políticamente correcto...

A ese puchero en permanente ebullición de etnias, nacionalidades y religiones que es EE UU –el providencial «melting pot»– se lanza de cabeza un tipo acostumbrado a nadar con la ropa puesta como es David Mamet. El resultado es «Razas», su más reciente comedia, que estrenó en Broadway en 2009 y que llega un año después a nuestra cartelera de la mano de Bernabé Rico y Toni Cantó, coproductores y protagonistas (ya compartieron escenario en «El pez gordo»), junto a Emilio Buale y Montse Plá. Al frente del reparto está el director Juan Carlos Rubio. Hoy estrenan en Avilés, después de un par de funciones de «calentamiento» en Leganés, y el miércoles llegarán al Matadero de Madrid.

Preguntado sobre la etapa creativa de Mamet en la que encajaría esta comedia amarga –sus brillantes comienzos, como «Glengarry Glen Ross», o sus farsas más recientes, como «Noviembre»–, cuenta Juan Carlos Rubio: «Es el mejor Mamet. Se dan sus principales características: es un texto incisivo, que revienta tópicos del racismo y del mundo de la abogacía. Se trata de un Mamet actual e hiriente, afilado como un estilete».

Mamet arranca con una violación. Perdón: presunta. Charles Strickland (Bernabé Rico) es un millonario blanco, acusado de haber forzado sexualmente a una joven negra, que acude en busca de ayuda al bufete de Jack Lawson (Toni Cantó), donde trabajan dos afroamericanos, el abogado Henry Brown (Emilio Buale) y la becaria Susan (Montse Plá, que debuta en el teatro).

Cuenta Toni Cantó que «la obra es una crítica potente del sistema judicial, de cómo se juzga a la gente. Pero aparece también una clara inmersión en el tema de los prejuicios. Y se critica también la discriminación positiva». Y añade el actor: «En eso estoy de acuerdo con Mamet. La discriminación positiva también engendra monstruos en España. En el caso de las mujeres lo está haciendo ya. Lo digo como hombre separado». Y recuerda un artículo que el autor de «Oleanna» y «El búfalo americano» publicó hace poco: «Era muy interesante, hacía una crítica feroz de la discriminación positiva. Ahora, en todas las series de televisión los negros o los homosexuales son siempre los buenos. Todo comienza a ser previsible, hay poca valentía en los argumentos».

Sin concesiones
Se trata, explica el actor, de «una función dura, sin concesiones. Es un thriller judicial. Pero tiene un sentido del humor muy crudo que aparece por momentos». No se espera menos de Mamet, un autor que defraudaría a su parroquia con una denuncia convencional. «La palabra políticamente incorrecto se utiliza para todo hoy en día, pero es cierto que Mamet va más allá en el tema del racismo y se pregunta si es injusto que, por ser negro, alguien acceda a un puesto que igual podría corresponder a un blanco», analiza el director. Y explica: «Entre los dos personajes negros, a veces se oyen cosas que un blanco no podría decirles».

Ante las posibles heridas abiertas por el texto de Mamet, Rubio, el más estadounidense de nuestros directores –allí, en Miami y Nueva York, ha estrenado varias de sus obras como dramaturgo y director–, defiende a su segunda patria: «EE UU es un país plural. Hay muchas Américas. Existe una sociedad muy crítica, que va al teatro y que es capaz de ver sus miserias y analizarse. Es un error englobar a todo el país en un mismo saco. Son 350 millones de personas. En esta obra, Mamet mete el dedo en la llaga y allí fue muy celebrado».

Los personajes son también variados: Charles Strickland es el millonario cuya inocencia está en el aire; Jack Lawson, según Cantó, «es un tío vanidoso que está donde está porque quiere dinero. Como él dice, no cree en la justicia sino en los procedimientos». Susan, la becaria, reprime sus impulsos, como lo hace Henry Brown, el abogado negro del bufete. «No hay ninguno que se salve, todos tienen prejuicios en algún momento», explica Cantó. Según Rubio, «ya en la elección del bufete hay una tendencia: el acusado busca uno que tenga un abogado blanco y uno negro porque eso puede ayudarle. Desde ese punto de partida, Mamet está ya apuntando a la dirección en la que irá la función».

El director y autor ve la obra perfectamente aplicable al caso español. Ya saben: aquí no hay racismo. Todos somos muy comprensivos. ¿A quién le molesta un negro? Pero, si hablamos de gitanos, de rumanos, de marroquíes... La cosa cambia. «En España tenemos un buen caldo de cultivo para el racismo. Se demuestra, lo que pasa es que no hay tanta gente de otros lugares como en EE UU».


En broadway
Juan Carlos Rubio es uno de los dramaturgos españoles de mayor proyección. Autor y director de «Humo», «Arizona» y «Tres», entre otras piezas, ha dirigido además montajes de otros autores, como «El pez gordo». «Mi trabajo en "Razas"es actoral: siempre que dirijo intento ponerme al servicio de los actores y del texto», cuenta Rubio. Mamet estrenó la obra en diciembre de 2009 en Nueva York, con James Spader como el abogado, David Alan Grier, Kerry Washington y Richard Thomas en la piel del acusado. Bernabé Rico vio la función en Nueva York y consiguió los derechos. Toni Cantó se sumó a la producción. Y Rubio no dudó en volver a dirigirlos. «Por desgracia no he podido conocer a Mamet. Me gustaría mucho hablar con el autor, porque yo también lo soy. Aunque quizá me hubiera cohibido también».