«La Curia está muy alejada de los estereotipos»

Hasta que hace un mes el Vaticano consiguió atajar el problema, se sucedieron las noticias sobre pugnas entre cardenales, supuestas irregularidades económicas e incluso un delirante complot para matar al Papa.

Estas informaciones, que han ensuciado el buen nombre de la Curia, han provocado un gran malestar en la Santa Sede. El arzobispo Angelo Becciu, sustituto en la Secretaría de Estado, asegura que la imagen real del gobierno de la Iglesia católica está «lejos» de los «estereotipos» mostrados por parte de la Prensa. «Nunca había trabajado aquí y, desde que llegué el pasado 31 de mayo, poco a poco he descubierto a personas dedicadas al servicio de la Santa Sede, devotas al Papa», afirma monseñor Becciu en una entrevista publicada en «L'Osservatore Romano».

El «número tres» de la jerarquía vaticana explica a Giovanni Maria Vian, director del diario de la Santa Sede, que el trabajo que se desarrolla en la Secretaría de Estado es «desinteresado y de buen nivel». Debido al escándalo de las filtraciones, alguno de los empleados de este dicasterio vaticano comenzó a sentir vergüenza. «Cuando me lo dijeron respondí: Lleva alta la cabeza», sostiene monseñor Becciu.

En su opinión, las personas que han filtrado a la Prensa los documentos confidenciales de la Santa Sede son unos pocos que «no deben ofuscar esta realidad positiva». Quienes han cometido estos actos deben examinar su conciencia, pues con «deslealtad» y «cobardía» han utilizado su posición de privilegio para hacer públicos documentos cuya confidencialidad «tenían la obligación de respetar».

Poniendo la vista en el futuro, este diplomático aspira a que se recunstruya la «confianza recíproca», que considera la «base de nuestro trabajo». Para ello apuesta por una triple receta: seriedad, lealtad y corrección. El Papa, según monseñor Becciu, anima a «mirar hacia adelante» y ofrece un testimonio diario de «serenidad y determinación» que supone «un estímulo para todos nosotros».

Investigar la fuga de documentos
El Vaticano ha abierto una doble investigación para acabar con las filtraciones y descubrir a los culpables: una penal y otra administrativa. Sobre este asunto se manifestó hace un mes el portavoz vaticano, el jesuita Federico Lombardi, quien consideró que la Santa Sede había sufrido su propio «Wikileaks».

Las fugas de documentos tenían, en su opinión, el objetivo de desacreditar a la Curia romana, por lo que pedía «calma».