España

España está que arde

Más del 54 por ciento de la superficie de España es forestal. De hecho, nuestro país es, tras Suecia, el segundo estado de la UE en superficie forestal y el tercero en arbolada. A pesar de los recursos, lo forestal, en la práctica, no resulta tan estratégico para el Estado. Prueba de ello es que sólo un 13 por ciento de la superficie forestal española cuenta con un plan de gestión.

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En concreto, el 5 por ciento de los montes privados lo tiene, frente al 30,41 por ciento de los públicos, y eso que casi el 70 por ciento de los bosques españoles es de propiedad particular, según el informe «¿Recuperando bosques o plantando incendios?», publicado ayer por WWF.Estos datos contrastan con los de los países vecinos. Así, en Francia, el cuarto país en superficie forestal y arbolada, el 89 por ciento de la extensión forestal del Estado tiene un plan de gestión y el 23 por ciento de los montes privados también lo atesoran, según los datos que ha podido saber LA RAZÓN. La situación se repite en Suecia. En el país escandinavo, «el 40 por ciento de la superficie forestal tiene planes de gestión certificados por el sistema FSC, sin perjuicio de que haya más extensión sin someterse a este sistema», declaró ayer a este periódico el ingeniero forestal Félix Romero, responsable de Bosques de WWF.Esto explica por qué la lucha contra estos siniestros sigue siendo una asignatura pendiente. El enorme esfuerzo en extinción que se viene realizando en los últimos años ha propiciado una tendencia a la baja en la cantidad de siniestros y en la superficie afectada por el fuego, mientras que tanto el número de grandes incendios forestales (GIF) como la extensión calcinada en estos siniestros superiores a 500 hectáreas, en cambio, han aumentado. Así, hasta en el 70 por ciento de los casos, los siniestros son controlados en fase de conato, es decir, antes de que arda una hectárea, y en el 99,8 por ciento se logra apagar antes de que las llamas devoren grandes extensiones. Sin embargo, la mala o nula ordenación del monte (desbrozar, usar los recursos, etcétera) provoca que los GIF escapen de este control. «No se puede invertir más capital del actual en extinción. Los resultados son buenos. Hasta el 70 por ciento de los fuegos se apaga cuando estos son conatos», explicó Romero.«Pero siempre va a haber una línea eléctrica, un pirómano, unas extremas condiciones atmosféricas que provoquen que se vaya de las manos un incendio, por muchos recursos de extinción que se tengan, si el monte no está bien gestionado», añadió. «Cada año se quema el equivalente a la isla de La Gomera», afirmó Juan Carlos del Olmo, secretario general de WWF. En concreto, entre 1999 y 2008 se registraron 18.626 incendios de media al año. En 2009, 15.391. Sin embargo, el número de GIF ha pasado de 31 al año entre 1999 y 2008, a 34 en 2009; de ser responsables del 34 por ciento del área calcinada, a suponer la mitad. En definitiva, que si en los últimos diez años la extinción se ha mejorado, los GIF, en cambio, van en aumento, ya que escapan a los dispositivos de extinción. En concreto, mientras que entre 2000 y 2008 estos quemaron 45.173 hectáreas, en 2009, 55.335; es decir, 10.000 más. El incremento de los GIF es el resultado del aumento de la biomasa (se han reforestado 1,5 millones de hectáreas) sin ordenar los usos y aprovechamientos de los montes (madera, corcho, resina). Así, a pesar de su valor y del empleo local que se generaría, se importa casi el 70 por ciento de la madera y papel consumidos en España. Paradójico. Urgen planes de gestión común«Si se desbrozara el monte, se usaran sus recursos, en definitiva si se gestionara se podría reducir el número de GIF de 34 a 20 o 25, con lo que se evitaría la calcinación de 30.000 o 40.000 hectáreas de media al año», dijo Romero. «Es necesario –continuó– hacer planes de gestión común para varias fincas de diferentes propietarios. Hay que agruparlos igual que se hizo con lo agrícola. No se trata de unir parcelas, pero sí de hacer un plan de ordenación para saber qué recursos hay en el monte, cómo aprovecharlo, evitar enfermedades, plagas e incendios». El precio de restaurarEn muy pocos casos se lleva a cabo una evaluación y seguimiento de la restauración tras un incendio, según la encuesta realizada por WWF entre técnicos forestales. Y el dinero invertido no es poco. Por ejemplo, la restauración de sólo dos de los GIF más graves de los últimos años, como son el de Minas de Río Tinto o el de Comarca del Rodenal, tuvieron un coste mayor (50 y 20 millones) que todo el presupuesto dedicado a la extinción en 2009 por el Ministerio de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino (MARM), 67 millones. Y mucho más que el dinero destinado por el MARM para la prevención de incendios en las CC AA. En concreto, el citado Ministerio dio, en 2009, 13,13 millones a las CC AA como subvenciones para la prevención de incendios y 11 millones del Fondo para el Patrimonio Natural y la Biodiversidad.