Ministerio del Interior
Fernández Martín: «Hasta los 90 las víctimas de ETA eran sólo reseñas»
Tras años en la primera línea, publica un libro sobre el terrorismo en los medios
«Terrorismo e información: La batalla por la libertad de expresión» nace de una rigurosa investigación –la tesis doctoral recibió una nota de sobresaliente cum laude– y de un inquebrantable sentimiento de justicia que comenzó a gestarse durante sus años de trabajo en el Ministerio del Interior. Mauricio Fernández propone una desgarradora reflexión sobre el papel de los medios como «los grandes muros de contención» contra los objetivos terroristas.
–Tal y como se plantea en su libro, ETA estudia al milímetro la repercusión de cada una de sus actuaciones...
–Son expertos en marketing y maestros de la violencia mediática. Ninguna otra organización ha sabido explotar esto como ellos. Los atentados solían cometerlos a primera hora de la mañana, para entrar en los informativos del mediodía, y a mitad de semana, para que se pudiesen elaborar especiales sobre el tema durante el fin de semana.
–Y siempre pendientes de la repercusión internacional.
–El mejor ejemplo es el coche bomba que colocaron cerca del Santiago Bernabeu, durante el partido entre el Real Madrid y el Barcelona en mayo de 2002. Había 150 medios acreditados de 25 países y 800 periodistas. Era un gran escaparate. Al igual que los aeropuertos, que también han sido uno de sus objetivos prioritarios.
–La idea es que, cuanto más ruido se consiga, ¿mejor?
–Todo terrorismo es un tipo de violencia cuyo fin es que la gente mire. Sin medios de comunicación no habría terrorismo. La información es el oxígeno que hace posible el fuego del terror ya que el objetivo de estas bandas es la difusión. Hay que ser conscientes de que, sin autoría, no habría atentado, por eso la reivindican.
–Entonces, ¿los medios tendríamos que dar la espalda a estas informaciones?
–No podemos vivir al margen de la información. Lo que el periodista tiene que hacer es describir objetivamente lo que está ocurriendo. Una cosa es quitarles la palabra a los terroristas y otra es no contarlo: la desinformación es peor. Pero siempre hay que hablar desde una actitud de rechazo. Si hubiéramos tratado mediáticamente a ETA como se trató a los GRAPO, hubiera desaparecido hace muchísimo tiempo. Es escandaloso ver cómo hasta los 90 las víctimas sólo eran breves reseñas dentro de enormes informaciones sobre los «comandos» y sus actuaciones.
–En su libro también sostiene que hemos mimetizado el lenguaje de ETA...
–Demasiado. Lo estamos viendo con Bolinaga, al que llaman «carcelero» de Ortega Lara. Es un secuestrador.
–¿Cómo valora la situación actual de la banda?
–Al llegar a las instituciones han conseguido todos los objetivos que se proponían desde que mataron la primera vez y eso es lo triste y lamentable. No han sacrificado nada, no han entregado las armas, ni han abdicado.
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