Atenas
La semana de Martín Prieto: El misterio de los atriles
Rajoy se postuló como alternativa de gobierno. Vaya, vaya... con lo callado que se lo tenía. Lo grave de Grecia es que la cólera no la apagará el bipartidismo de hierro: los Papandreu contra los Karamanlis.
En el pequeño anfiteatro del Palacio de La Moncloa donde se dan las ruedas de prensa tras los consejos de ministros se instalaron el pasado miércoles dos atriles, lo que hizo suponer una intervención conjunta de José Luis Rodríguez Zapatero y Mariano Rajoy. Luego intervinieron por separado y uno de los arengarios dio misteriosa fe de que Gobierno y oposición circulan por carreteras paralelas e incontrolables. Grecia y las cajas de ahorro eran asuntos decididos de antemano y la hoja de ruta para disminuir el déficit, aliviar la deuda, rebajar el gasto público y brindar siquiera una esperanza a corto plazo a la miríada de parados quedó en blanco. No hubo ni un enfrentamiento bronco entre las tesis de uno y de otro. Rajoy se postuló innecesariamente, por sabido, como alternativa apelando al voto de los españoles, asunto que lo decidirá Zapatero si accede a unas elecciones anticipadas, lo que no está en sus intenciones. Así que la montaña que nos habíamos imaginado parió un ratoncito. Ambos diestros estuvieron alicaídos de muleta y el anfitrión quedó como Cagancho en Almagro, a quien tuvo que sacarle de la plaza la caballería militar. Zapatero no ha ganado nada con esta cita tardía, y Rajoy tampoco ha obtenido provecho aunque no tenía más remedio que acudir. Seguimos en luz ámbar sin atrevernos a arrancar el coche.«Las aventuras del Barón de Munchausen» son una saga de cuentos centroeuropeos sobre un personaje mentiroso compulsivo. En una de las narraciones el barón relata cómo, habiendo caído a un profundo pozo, se extrajo de él tirando hacia arriba sus propios cabellos. Pareciera un remedo de nuestro voluntarista presidente. En medicina un «munchausen» es un paciente que inventa o provoca sus propias enfermedades. Cuando los griegos empezaron a matarse en las calles, circuló el rumor de que la Unión Europea y el FMI nos iban a aplicar la misma cirugía de hierro que a los helenos y se nos cayó la Bolsa estrepitosamente. Una sociedad medianamente organizada tiene redes institucionales para evitar que campee el barón de Munchausen y algo nos estará fallando si el IBEX da pávulo a tamaños intoxicadores porque de confianza no estamos precisamente sobrados y sólo nos falta dar crédito a un sindicato de intoxicadores. Tiene razón Zapatero indignándose, pero sus vaguedades e indefinición permiten que el «síndrome de Munchausen» florezca más que los brotes verdes. Éramos pocos y parió la abuela, y es que el presidente Rodríguez Zapatero nos sirve un caldo más claro que el de un asilo.¿ARDE LA ACRÓPOLIS?La última vez que subí a la Acrópolis en Atenas, observé que sólo había sido violada por el Museo Imperial Británico que robaron los frisos del Partenón y que todavía se niegan a devolver. El alcalde de la capital ha prohibido el acceso a este monumento de la civilización temiendo que los manifestantes encolerizados derriben las piedras y las columnas dóricas, jónicas y corintias. Puede que entre los manifestantes de Atenas, vandálicos, que ya han provocado tres muertos, entre ellos una mujer embarazada, estén nutridos por la ultraizquierda y gente antisistema. El primer ministro socialista Papandreu tiene muy poco que decir. En Grecia su padre dejó a la familia por una azafata de Olympic Air, con unas caderas que no le cabían por el pasillo del avión y se desentendió de la economía helena. El problema estructural de los griegos es que sólo les han dejado opción para bascular entre la derecha de los Karamanlis y la social democracia de los Papandreu. En ese bipartidismo de hierro se llevan repartiendo las cuentas falsificadas que les permitieron entrar en la UE y en el euro con todas las trampas contables inimaginables. Eso supone que Bruselas carece de sistemas de control. ¿ Y qué pasará cuando Turquía nos venda sus cuentas del Gran Solimán? Papandreu no explica dónde está el dinero que ha huido a la UE. Que no nos llegue el legítimo cabreo social griego. Pese a ser mansuetos, siempre nos dicen que los españoles somos un país ingobernable.
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