Enfermedades

Golpe a la tensión rebelde

Las causas de la hipertensión resistente se desconocen, pero se produce en personas que, pese a ingerir más de tres fármacos (entre ellos un diurético), no logran controlarla. Para ellos llega una técnica novedosa que consiste en «quemar» terminaciones nerviosas renales. La intervención dura unos 30 minutos y al día siguiente el paciente vuelve a casa 

Golpe a la tensión rebelde
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Las consecuencias de la enfermedad cardiovascular cambian la perspectiva de vida. Y la hipertensión es la principal responsable. Es más, está involucrada en un tercio de los fallecimientos por causa cardio y cerebrovascular, según recoge la Sociedad Española de Cardiología, y se presenta en nueve de cada diez cardiopatías isquémicas y casos de insuficiencia cardíaca.
En España la prevalencia de este trastorno en mayores de 18 años se sitúa en torno al 25 por ciento, cifras que aumentan a medida que pasamos la barrera de los 60, pues, según estudios de la Sociedad Española de la Hipertensión, alcanzan el 65 por ciento. En definitiva, un total de cerca de 12 millones de españoles con la presión arterial por encima de 140/90 mm/Hg. Y en los próximos 15 años se calcula que habrá un 60 por ciento más de hipertensos en todo el mundo.

Sin causa clara
Pero, cifras aparte, la peor noticia es que algunos de los afectados no responden a los tratamientos actuales que existen para controlarla. Son los denominados hipertensos resistentes (HR) en cuyo organismo no parecen hacer efecto los medicamentos antihipertensivos. Y pese a que no existen datos oficiales de la prevalencia de este tipo de individuos, algunos ensayos clínicos sugieren que se sitúan en un 20 por ciento. «No sabemos por qué se produce. No hay una causa clara conocida, al igual que tampoco conocemos por qué algunos pacientes responden bien al tratamiento y otros son resistentes», aclara Eulogio García, consultor ejecutivo en Cardiología Intervencionsta del Hospital Clínico San Carlos de Madrid. El experto señala que «casi todas las clínicas de hipertensión pueden ver cerca de 150 o 200 pacientes resistentes al año». Algo que corrobora Juan Carlos Bravo, radiólogo del Centro de Imagen del Hospital Clínico Universidad de Chile. «Son pacientes que presentan una presión arterial sistólica
> 0, es decir 160 milímetros de mercurio que necesitan tres o más fármacos antihipertensivos a dosis plena, incluyendo un diurético que ayuda a eliminar líquidos, y aun así no logran reducirla».


Para ellos acaba de llegar una nueva alternativa terapéutica que consiste en nada más y nada menos que en desactivar los nervios de los riñones. Una técnica que se conoce como denervación renal percutánea. «Sabemos que uno de los factores que contribuyen a la hipertensión son las terminaciones nerviosas de las arterias renales, porque llevan los impulsos y contracciones de las arterias hacia el cerebro y reciben las señales que éste les envía de nuevo hacia las arterias», matiza García.
En los pacientes hipertensos ese mecanismo está alterado y hace que suba la tensión. Pero gracias a este procedimiento se «queman» las terminaciones nerviosas y se anula ese mecanismo de respuesta del cerebro», añade el experto.

«De los nervios»
El procedimiento es relativamente sencillo. Con el paciente sedado, y tras realizar una inyección de líquido de contraste para la anatomía de las arterias, «se introduce un catéter por arteria femoral común derecha y con uno más pequeño especialmente diseñado se realiza ablación por calor (radiofrecuencia de baja potencia) en la arteria renal principal. Se va rotando la punta del catéter con un máximo de seis puntos y se queman las terminaciones nerviosas de las arterias.
La duración es de aproximadamenet dos minutos por punto», apunta el radiólogo del Centro de Imagen del Hospital Clínico Universidad de Chile.
Tras 30 o 40 minutos, la intervención habrá finalizado. «El paciente pasará una noche en observación y al día siguiente podrá volver a casa», explica García, que añade que «la tensión arterial baja 40 milímetros de mercurio, que es mucho, frente a los 10 o 15 de los medicamentos». Y que nadie tema, porque aunque hablen de «quemar», no significa que sea irreversible. «Puede repetirse si fuera necesario, porque no tiene efecto en la arteria y la intensidad de la energía no deja cicatrices».
El siguiente paso es saber si es efectivo para todos aquellos que no reaccionan a los tratamientos actuales. «De momento no lo sabemos porque no se ha probado». Y es que los resultados, de momento, demuestran una caída progresiva de la presión arterial en estudios con seguimiento de hasta dos años, «pero de resultados a mayor plazo todavía no se dispone», matiza Bravo.

Por su parte, Walter Passalacqua, nefrólogo experto en HTA de la Sección de Nefrología del Hospital Clínico de la Universidad de Chile manifiesta que esta técnica esta técnica es apta, en principio, para «hipertensos resistentes a tratamiento bien indicado, no pseudoresistentes; pacientes que no adhieren a tratamiento, o hipertensos con causa conocida».

En cuanto a la edad «no tiene una indicación de edad clara, pero los estudios que han efectuado hasta la fecha sólo incluyen pacientes mayores de 18 años», continúa. Y aquí no acaba el proceso. Tras la intervención han de mantenerse los medicamentos antihipertensivos, aunque la dosis se debe ajustar de nuevo, y se realizarán controles de presiones arteriales al mes, a los tres y a los seis meses posteriores a la intervención.

Otros métodos
Además de esta técnica, los expertos señalan que ya se trabaja en otras opciones, como «realizar la intervención por la arteria radial, que ahora no se practica debido a que los catéteres existentes en la actualidad no son lo suficientemente largos, aunque ya se están diseñando», aclara García.
A ésta se suma otra novedosa alternativa, que tiene que ver con los denominados barorreceptores, células nerviosas que detectan alteraciones en la presión.
El proceso en cuestión consiste en colocar electrodos en los senos carotídeos y producir estímulos en el nervio vago que, a su vez, pone en marcha mecanismos que hacen que la tensión disminuya. «Requiere anestesia general», explicó Deepak Bhatt, cardiólogo y y profesor de la Facultad de Medicina de Boston en la presentación del estudio «Hipertensión resistente, cuando la terapia médica falla».
Debido a que nunca podrán «librarse» de las pastillas (por mucha intervención quirúrgica a la que se sometan), en el terreno farmacológico también se trabaja. De hecho, los investigadores se esfuerzan en desarrollar combinaciones fijas de dos y tres medicamentos en un solo comprimido como estrategia de futuro para controlarla.
Y junto a ello, dieta más ejercicio, un tándem clásico que pocos cumplen, pero que produce un efecto vasodilatador arterial importante.