Alimentación
Barriga cervecera Las bebidas destiladas aumentan más la grasa del abdomen
Los últimos estudios aseguran que beber cerveza no influye en la composición corporal. Sin embargo, la degradación del alcohol de alta graduación en el metabolismo sí puede dar lugar a la formación de ácidos grasos en el tejido adiposo abdominal
La curva de la felicidad tiene los días contados. Y no por una simple cuestión de estética, sino por salud. No existe un remedio infalible para deshacernos del temido michelín, pero sí es cierto que mantener ciertos hábitos alimentarios puede convertirse en el peor enemigo de un vientre plano. Aunque a primera vista no suponga ningún riesgo tener más o menos tripa y apenas se noten los síntomas, según Alejandro Domingo Gutiérrez, especialista en Medicina Interna, Endocrinología y Nutrición del Hospital USP San Camilo de Madrid, «toda ingesta que sobrepase las necesidades calóricas de una persona como, por ejemplo, el exceso de grasas y dulces puede dar lugar a un aumento de células grasas que existen en la pared abdominal».
Más allá de los propios alimentos, las bebidas con alcohol se postulan como el mejor caldo de cultivo en la formación de grasa a nivel de la cintura. «se ha relacionado la ingesta de alcohol con la mayor acumulación de lípidos a nivel abdominal, ya que a través de productos resultantes de la degradación del alcohol a nivel metabólico, pueden sintetizarse ácidos grasos en el tejido adiposo abdominal. Además, la ingesta de alcohol puede favorecer la formación de triglicéridos a nivel hepático, lo que conlleva la acumulación de lípidos en éste, pudiendo desarrollar hígado graso en caso de consumos elevados», advierte Natalia Ramos Carrera, dietista-nutricionista de Sprim (Salud, Prevención, Investigación e Información Médica).
No hay que olvidar que el alcohol aporta, según Miguel Angel Rubio, secretario de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN), «siete calorías por gramo, casi tanto como la grasa: nueve calorías por gramo. Lo más habitual es que quien tome alcohol, consuma, además, más calorías de los aperitivos acompañantes o comida en general, que al final, lo que conduce es a un sobrepeso y que afecta sobre todo en los hombres y suele distribuirse en la zona abdominal». Dado que la lista de bebidas con alcohol es interminable, Ramos matiza que «el consumo de las destiladas se relaciona, en mayor medida, con el aumento de la grasa abdominal». El límite entre lo saludable y lo perjudicial a la hora de ingerir alcohol es mínimo, «no se debe olvidar el aspecto tóxico del alcohol para la salud, aunque las bebidas menos desaconsejables serían las fermentadas, es decir, las de menor graduación como la cerveza o el vino que, además, aportan ciertas sustancias beneficiosas para el organismo como los polifenoles, un tipo de antioxidante con beneficios demostrados», aclara Patricia López Legarrea, profesora de Nutrición Humana y Dietética de la Universidad de Navarra.
Falsos mitos
El calor de estos días incita a ingerir ciertas bebidas que, por su carácter refrescante, calman la sed. Un ejemplo de esto lo encontramos en la cerveza. A pesar de las bondades de la sin alcohol, lo cierto es que la tradicional es la que más seguidores tiene. En los últimos años se han desterrado una serie de prejuicios y tópicos como que la cerveza engorda o que es responsable de la denominada «barriga cervecera».
Según el estudio «Asociación entre el consumo moderado de cerveza tradicional y sin alcohol y la composición corporal», realizado por la investigadora Ana María Veses, del Instituto del Frío del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) en junio de este año, «la ingesta de esta bebida fermentada de baja graduación alcohólica no provoca aumento de peso ni modificaciones en la composición corporal». Asimismo, un trabajo titulado «La cerveza y la obesidad: un estudio transversal», publicado en la revista «European Journal of Clinical Nutrition», afirma que es improbable que una ingesta habitual de esta bebida esté relacionada con un aumento significativo en el índice de masa corporal y en el de cintura y cadera. Conviene recordar que «cien militros de cerveza aportan 45 calorías y la que no tiene alcohol, 17», matiza el profesor Jesús Román Martínez, presidente de la Sociedad Española de Dietética y Ciencias de la Alimentación (Sedca).
Refrescos y zumos, a debate
Al margen de las bebidas con alcohol, las gaseosas tampoco resultan las más beneficiosas para mantener una tripa lisa porque, según López, «tienen un elevado contenido en azúcares, lo cual favorece la ganancia de peso y el acúmulo de grasa. En el hecho de que se concentre en una zona u otra influyen, también, otros factores personales, pero sí que se ha visto una relación, especialmente en mujeres, entre en consumo de azúcares simples procedentes de productos refinados, patatas y alimentos azucarados y el perímetro de la cintura, aunque no con el consumo de azúcares simples procedentes de frutas». En esta misma línea se sitúa Rubio quien añade que «aunque las bebidas con gas no son las responsables de la aparición de la grasa abdominal, los refrescos o zumos azucarados con o sin gas sí se relacionan con la formación de grasa hepática».
De la misma manera que en la zona del abdomen se acumula grasa, un exceso de líquidos también puede convertirse en un enemigo del vientre plano. Por este motivo, la clave para disfrutar de este tipo de bebidas sin que la salud ni la báscula se resienta demasiado reside, «en su consumo moderado, porque si no, pueden favorecer la elevación de la glucemia sanguínea», advierte Ramos. Como medida preventiva, Domingo recomienda, «evitar el estreñimiento y la producción de gases a través de alimentos ricos en fibra, no beber agua con gas ni abusar de productos que generen flatulencia para evitar la dilatación abdominal. Además, para que no se infiltren en la pared, se debe regular el consumo de líquidos, la ingesta de sal y los productos que la contengan». En cualquier caso, lo que se debe tener muy presente y la que está considerada como la mejor receta para lucir tripa reside, según Rubio, «en perder peso porque es la única manera de reducir la adiposidad abdominal. Para ello, hay que disminuir la ingesta de comida y, lógicamente de alcohol, refrescos y zumos azucarados y apostar por el agua y las infusiones que tienen cero calorías». Sin embargo, para hacer más llevadera esta recomendación, conviene retomar las buenas costumbres y aliarnos con la diversidad de productos que ofrece la dieta mediterránea.
Equilibrio
Lo más efectivo, para Domingo, es «seguir una dieta equilibrada rica en proteínas con abundantes verduras y frutas y tomar un par de veces a la semana arroz o legumbres». En cualquier caso, conviene dejar claro que «no hay alimentos ni bebidas que favorezcan la acumulación de grasa en el abdomen o no. De nuevo, sólo el incremento de las calorías que haga subir el peso, producirá un aumento del exceso de grasa y si existe cierta predisposición genética y predominio hormonal, se acumulará con más o menos vehemencia», advierte Rubio. Por ello, continúa el experto, «es posible, aunque hasta ahora especulativo que una dieta tipo mediterránea que incluya aceite de oliva y frutos secos, se asocie a un proceso menos inflamatorio de la obesidad.
Es decir, no precisamente a que se tenga menos grasa abdominal, sino que ésta sea menos dañina que es lo que realmente importa. Al final, tener o no tener más abdomen se reduce a una cuestión meramente estética a la vista de los demás. Lo verdaderamente importante es si esa grasa intra-abdominal es perjudicial o no para nuestro organismo». Independientemente de los alimentos, lo destacable es la cantidad, es decir, las calorías. Las personas que consumen cinco raciones al día de frutas y verduras, al tener poca carga energética inducen a un menor acúmulo e, incluso, a un descenso de la grasa central. Además, no hay que pasar por alto el hecho de incluir alimentos ricos en fibra ya que «son una buena opción para bajar el contenido graso del abdomen», recomienda Domingo. Y, por supuesto, olvidarse hasta alcanzar el peso adecuado, «de evitar los azúcares refinados y las grasas saturadas», sostiene la profesora López.
Tan importante es llevar a cabo una alimentación saludable como practicar ejercicio físico regular. Los profesionales de la salud coinciden en que caminar, al menos, 30 minutos seguidos al día a buen ritmo es adecuado para ayudar a mantener nuestro cuerpo activo. No es necesario machacarse horas y horas en un gimnasio, ya que tan sólo hay que cambiar ciertos hábitos. Por ejemplo, se pueden aprovechar las escaleras de casa o de la oficina, o bajarnos una parada antes si se va en transporte público.
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