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Los jóvenes de la JMJ «invaden» de alegría y esperanza toda la ciudad

El arzobispo destaca que el encuentro servirá para «inyectar optimismo» a esta sociedad nihilista

Varios jóvenes italianos posan con la bandera de su país en la calle Mateos Gago, tras visitar el corazón del barrio de Santa Cruz
Varios jóvenes italianos posan con la bandera de su país en la calle Mateos Gago, tras visitar el corazón del barrio de Santa Cruzlarazon

Sevilla-Se quedan asombrados en las esquinas de las calles, frente a los retablos cerámicos con las imágenes de las grandes devociones de la ciudad. Al Gran Poder y a la Macarena no los miran y le rezan solamente los sevillanos, sino una legión de jóvenes, en concreto 3.600, que llenan las calles para preparar su participación en la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ), que se celebrará en Madrid desde el 16 al 21 de agosto. Llegaron el jueves y ayer ya se les pudo ver bajo el peso de los casi cuarenta grados de la alerta amarilla en la que está Sevilla durante estos días.
Pese a ello, no hay ni un momento de desánimo para estos chicos y chicas que «gastan» sus días de vacaciones en buscar respuestas a un mundo material con la alegría que les imprime la fe. Se trata de los denominados «Días en las diócesis» en los que hay un importante trasvase de experiencias entre los jóvenes y los católicos sevillanos, que los acogen con los brazos abiertos. La jornada comenzó temprano con la celebración de «Adoremus», unos momentos para la oración en templos tan relevantes como la capilla de los Marineros, la capilla de la Universidad o la Basílica del Gran Poder. Una oportunidad para rezar en comunión con el resto de jóvenes del mundo, pues se hace a la misma hora, aunque sea en distintos continentes. Encienden una llama de oración para mantener vivo el espíritu de Juan Pablo II, que fundó la JMJ hace 26 años.
Otra de las actividades que ha tenido más éxito ha sido la Feria de las Vocaciones, que tiene lugar en el Patio de los Naranjos de la Catedral. Allí, varias congregaciones religiosas muestran el carisma que les es propio, y que les diferencia de las demás, para que los jóvenes puedan acercarse más al modo de vida de los religiosos.
Son el futuro. Según el arzobispo de Sevilla, Juan José Asenjo, está más vivo que nunca y suponen «un revulsivo» para la Iglesia, pues mostrará que «no es una institución de viejos, como a veces puede parecer, sino que tiene futuro y es joven». El prelado sevillano entiende que esta visita de jóvenes de todo el mundo supone «una inyección de optimismo» para la Iglesia, pues «muchas personas caerán en la cuenta de que, además de jóvenes descentrados, sin esperanza y sumidos en el consumismo y el nihilismo, existe otra juventud serena, centrada, que ama a Cristo, a la Iglesia, sus pastores y al Sumo Pontífice». Asenjo se muestra ante la celebración madrileña como «un servidor» ante «un verdadero acontecimiento de gracia», que «ayudará a los jóvenes participantes y a los que presencien los actos por la televisión a vivir un sincero encuentro con el Señor, objetivo último de estos actos». Lo que sí ha querido dejar claro es que no se trata de atraer a gente «por motivos culturales, de diversión o esparcimiento, sino que el fin es hondamente espiritual, esto es, propiciar el encuentro con Jesucristo, que de sentido a sus vidas, que las llene de esperanza y de plenitud».
Un ejemplo de las palabras de Asenjo tiene cabida en el hogar de Soledad Gascón. Una farmacéutica que ha dejado la tranquilidad y el sosiego «de la siesta, la sombrilla y el chiringuito de la playa» para abrir las puertas de su casa y acoger a ocho jóvenes de Argentina, Estados Unidos, Canadá y Croacia. Confiesa que al principio, cuando tuvo que dejar atrás la arena y las olas del mar, sintió un poco de arrepentimiento por levantar la mano al requerimiento de su párroco y dar alojamiento a estas chicas. Pese a ello, nada más entrar por la puerta se han convertido en sus «niñas», reconoce Soledad, que ya participó en las anteriores ediciones de la JMJ que se celebraron en Colonia (Alemania) y en Sídney (Australia). Madre de seis hijos, las ha acogido con entusiamo y destaca los profundos valores cristianos que atesoran. Además, recuerda la dureza de un viaje en el que los jóvenes peregrinos llegan «con lo puesto, con sólo una mochila» únicamente para esperar lo que le ofrecen en el país de acogida.
Está ilusionada con la manera en la que todos los miembros de su parroquia de Los Remedios se han volcado para que los jóvenes se sientan lo más cómodo posible. «Desde el cura que tuvo que organizar la llegada de todos hasta los ancianos que estuvieron un buen rato esperándolos», destaca Soledad, que reconoce que comienza cada día con una misa, muy temprano, que le ayuda a encarar su día a día con unas «grandes dosis de esperanza». Confiesa que ésta es la clave de la JMJ, una oportunidad para la juventud. Hasta Madrid se trasladará con el resto de su familia, que quiere que la próxima cita de los jóvenes con el Papa sea en África. Hasta que llegue ese momento, toca preparar la de 2011 y ayer estuvo con las chicas acogidas ante la Esperanza de Triana. Un ejemplo de la «alegría bestial» de nuestra religiosidad. El lunes esperarán con la Virgen de los Reyes antes de partir hacia el encuentro con el Papa.


Cuando suena la llamada de Dios
En la Feria de las Vocaciones hay sitio para escuchar la llamada de Dios. Al menos, así lo cuentan algunas de las religiosas que ofrecen su testimonio de fe a los jóvenes que han llegado a Sevilla. Con sus hábitos y sus formas de entender la fe, se han convertido en una alternativa para sus vidas.