Ministerio de Justicia
Mladic por Cástor Díaz Barrado
El juicio contra el general Ratko Mladic que se lleva a cabo ante el Tribunal Penal Internacional para la antigua Yugoslavia, y que acaba de reanudarse, pone de manifiesto que la justicia universal, con todas sus dificultades, sigue adelante. Que se asientan las normas internacionales sobre las que se activa y descansa este principio. Aquellos que comenten crímenes contra la humanidad deben ser perseguidos y juzgados y hay que impedir que permanezcan impunes sus delitos. La comunidad internacional se fortalece cuando se persigue y juzga a quienes les corresponde la responsabilidad de proteger a los ciudadanos y no sólo no lo hacen sino que ponen en riesgo su vida, libertad y seguridad. Es verdad que no todos los casos son juzgados en el plano internacional y que no todas las situaciones similares dan lugar siempre a las mismas reacciones. Pero hay que seguir defendiendo que la justicia universal existe, que es conveniente y útil, y que deben propiciarse mecanismos que la hagan cada vez más efectiva. El general Mladic debe tener un juicio justo y los jueces decidirán cuál debe ser su futuro, lo que debe ser acatado por el conjunto de la comunidad internacional. El juicio contra el general serbio goza de todas las garantías jurídicas y procedimentales y esto es lo que debe suceder. La comunidad internacional debe rechazar actos de violencia particular o institucional, incluso contra aquellos que hayan cometido crímenes contra la humanidad. Los sucesos que acontecieron en Libia, tras la detención de Gadafi, no deben repetirse. La mejor garantía del cumplimiento del Derecho Internacional es que sean tribunales internacionales quienes juzguen estas situaciones porque la defensa y protección de las víctimas no es incompatible con que los acusados dispongan de los medios jurídicos para su defensa. Es la mejor forma de hacer efectiva la justicia universal. Es verdad que tribunales internos pueden juzgar crímenes de este tipo aunque siempre en aplicación de los principios y normas internacionales. Sería muy conveniente, sin embargo, que el hijo de Gadafi fuese juzgado por el Tribunal Penal Internacional y que las autoridades libias lo entregasen. La mejor satisfacción para las víctimas y para la comunidad internacional se encuentra, sin duda, cuando son tribunales internacionales los que se encargan de estos asuntos. Aunque es irreparable en toda su intensidad, la memoria de quienes fueron asesinados en Srebrenica, en 1995, estará más tranquila porque uno de los principales acusados será juzgado como corresponde. La participación de cerca de 400 testigos, en el juicio contra Mladic, garantiza que resplandecerá la verdad. Cuando termine el proceso, la comunidad internacional deberá felicitarse porque se habrá reforzado la convicción de que los crímenes contra la humanidad no quedan impunes.
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