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El actor como curandero

El actor como curandero
El actor como curanderolarazon

Tranquilos, no es que Juan Pastor y sus actores repartan agua con efectos medicinales entre el público de Guindalera, sino que trazan un paralelismo entre el don que puede tener un curandero y el que le corresponde a un intérprete: «La obra también tiene la lectura de la condición del artista que es poseedor de un don o un talento que no siempre funciona, por eso somos tan supersticiosos». Más allá del elemento metateatral la obra también habla de las mentiras que nos fabricamos los no actores para soportar la realidad y cómo actúan éstas sobre el recuerdo.

Frank es un curandero que al no comprender muy bien el porqué de sus poderes a veces se siente un embaucador. A su lado vive Grace, una mujer entregada a la relación. Completa el triángulo Teddy, su representante.

Memoria traicionera
«Son tres personajes que viven unos hechos y tratan de hacérnoslos presentes, pero sus verdades son diferentes. La memoria es muy traicionera, no recordamos científicamente lo que ocurrió, sino que el cerebro fabrica la imagen cada vez que lo evocamos de nuevo, por eso no siempre añadimos los mismos matices», dice Juan Pastor. Ha contado con actores muy cercanos para la propuesta, Felipe Andrés, que ya participó en uno de sus Chéjov; Bruno Lastra, que estuvo en el reparto de «La última cena» de Ignacio Amestoy y su hija, María Pastor, de la que cree que «está en un momento de gran madurez interpretativa, me siento muy orgulloso de ella».

Es una tema que reconocerán los asiduos de la sala madrileña, pues es una de las constantes del autor irlandés Brian Friel, del que ya han estrenado otras obras como «Bailando en Lughnasa» (que Meryl Streep llevó al cine como «El baile de agosto), «MollySweeney» y «El Juego de Yalta», todas ellas dirigidas por Pastor.

El director reconoce su querencia por el dramaturgo porque conecta con otra de sus grandes pasiones: «Es algo impulsivo porque me parece el heredero de Chéjov, de hecho ha adaptado y traducido varias obras suyas y la manera que tiene de abordar los personajes es muy parecida», reconoce Pastor. La admiración es mutua, pues a Friel también le gusta el estilo de la sala madrileña, su sucursal en España y fue el propio escritor quien sugirió la puesta en escena porque lo encontraba «muy adecuado para nuestra sala».

Aquellos que contemplaran alguno de sus éxitos anteriores reconocerán, según Pastor, además de «la subjetividad de la memoria, la individualidad... además de un quiebro formal, pues se desliga del teatro aristotélico al romper la cuarta pared».

 

Un autor irlandés muy español
¿Cómo se ha convertido un dramaturgo irlándes en el autor de cabecera de una sala alternativa de Madrid? Más allá del gusto personal de Juan Pastor, el director opina que «Los irlandeses se sienten muy cercanos a los españoles. Los conflictos que tenemos ambos pueblos son los mismos. Incluso se podría decir que somos muy europeos. En las conversaciones con el propio autor me lo ha hecho sentir así. Siempre habla de volver a España y sus textos nos son cercanos».