Literatura
El frío también existe
Para demostrarlo, ataca como una ola, pero desgraciadamente no es aquella que cantaba la gran Rocío Jurado. La de la chipionera estaba llena de amor y fuego, ésta es polar, acompañada de un aire siberiano. En esta situación, lo aconsejable es quedarse en casa con la chimenea como si fuese una sucursal del infierno, meterse en faena, o sea, en la cocina, y preparar unos platos que no solamente sean comestibles, sino que además no conviertan el estómago en una especie de volcán Krakatoa. Además, compre todos los periódicos, lógicamente empezando por LA RAZÓN. Este consejo sirve para todos los días del año, siéntese cómodo con un buen brandy al lado y empiece a leer. A mí me ha servido para encontrar en la revista «QMD», que regalamos los sábados, una situación por la que hubiese pagado para estar presente. Cuenta Adriana Abenia –que es una intrépida reportera, con un aire a la novia de los gángster de los años 30 en Chicago: guapa, rubia y con un aire infantil al hablar o reír– que en un acto político muy importante que estaba cubriendo, tuvo que entrar urgentemente en el baño de caballeros, porque como es sabido, los de señoras tienen siempre una larga cola, no es el momento de hacer el chiste fácil y decir que las colas largas tendrían que estar en el baño contrario. Vamos a los hechos, la joven y rubia periodista entra presurosa a punto de pérdidas leves y allí se topa con Don Manuel Fraga Iribarne, en la faena propia del lugar. No cuenta lo que Don Manuel le dijo, ni lo que ella hizo en ese momento. Puedo prometer y prometo, que emplearé tiempo, energías, incluso dinero, a pesar de los momentos, por averiguar cómo terminó el afortunado encuentro.
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