Roma

La trampa oficial por María José Navarro

Nanni Moretti es el director de la película «Il caimano»
Nanni Moretti es el director de la película «Il caimano»larazon

Queridos lectores: ya tengo en mis manos mi careta de Berlusconi y he de decir que a la hora de reírse de los propios, los italianos son unos artistas. No sólo ya me había deleitado con «Il caimano» de Nanni Moretti (una corrosiva peli sobre Tito Silvio echada a perder al final por la egolatría de siempre del director), sino que ahora cuento las horas para tener un rato y contemplar «Videocracia», un polémico documental que triunfó en los festivales independientes durante todo 2009 y que denuncia la manipulación subliminal que Berlusconi realiza a través de sus canales televisivos en las convicciones de sus ciudadanos. Lo veré, eso sí, con mi careta, que es una maravilla. Menudo pelazo y menudos dientes, ojo, que ya los quisiera el original. Y menuda goma para ajustársela, que esta gente no da puntada sin hilo.

Vuelve una de Roma estos días y cree que, aunque parece imposible que ese pueblo siga manteniendo a semejante gobernante, todo tiene su explicación. La tiene, por ejemplo, en que lo ilegal funciona ya mucho mejor que lo legal. Llega una al aeropuerto y de pronto sale y busca un taxi. Todos los amigos y conocidos ya te han advertido una y mil veces de que no es conveniente subirse a un coche de esos que están aparcados y que te ofrecen el traslado sin ninguna licencia que indique que son oficiales, pero como una va por el mundo con la seriedad de la abeja Maya, al primero que levanta un brazo le dice que sí. El servicio ilegal y no oficial resulta ser un relámpago comandado por dos hermanos rumanos que son unos fenómenos: te llevan cual centella, te cobran la mitad de lo esperado, hablan varios idiomas incluido un perfecto español y te dan conversación. La charla incluye la descripción exacta del éxito de Berlusconi: la trampa.

Todos los tramposos, que son cada vez más, saben que mientras Tito esté ahí, podrán seguir así. No se trata de que los votantes de Berlusconi le admiren por ser el más sinvergüenza de los italianos, ni el más pícaro, ni el más inmoral en público. Se trata de asegurar que el propio sistema se mantendrá. Se trata de asegurar que todo ese entramado bajo cuerda siga existiendo a pesar del hedor. Lo hará mal, sin pagar los impuestos que dicta la ley y sin presentar facturas con sello, pero que siga para hacer posible un país que continúa entre las ocho grandes potencias económicas mundiales. Qué cosas pasan. Y lo que nos queda por ver a todos.