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Una unión de siglo y medio

Cuándo: hasta el 17 de marzo.Dónde: Palacio del Senado. Roma. Cuánto: entrada gratuita.

Una unión de siglo y medio
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CIUDAD DEL VATICANO- «Roma, y sólo Roma, debe ser la capital de Italia». Estas palabras del conde de Cavour, pronunciadas en uno de sus discursos pocos días después de que el 17 de marzo de 1861 fuese proclamado el Reino de Italia, sentenciaron el fin del poder temporal de los Papas. En este ambiente en el que los Estados Pontificios tenían los días contados, Pío IX impulsó la creación de un nuevo diario, «L'Osservatore Romano», con el que pretendía defender su posición ante los acontecimientos que estaban cambiando la historia de la península transalpina. Ya desde su primer número fue evidente que la existencia del periódico estaba ligada a la de Italia: en su editorial escribía que el país estaba dividido en «dos campos contrarios», con posiciones «irreconciliables». Uno representaba «la justicia, la luz y a Cristo», mientras que el otro era el de la «injusticia, las tinieblas y Belial».

A orillas del Tíber
En el último siglo y medio la relación entre los dos poderes que hoy se yerguen a ambas orillas del río Tíber ha mejorado y evolucionado mucho. Para recorrer la historia conjunta de Italia y del Vaticano, el Senado y el diario de la Santa Sede han organizado una exposición en Roma con el título «Estado e Iglesia desde el ‘‘Risorgimento'' hasta nuestros días. A 150 años de la Unidad de Italia y de la fundación de ‘‘L'Osservatore Romano"». La muestra, que se levanta en el romano Palacio Giustiniani, fue ayer inaugurada por el presidente de la República, Giorgio Napolitano, el cardenal Tarcisio Bertone, secretario de Estado de la Santa Sede, y el director de «L'Osservatore», Giovanni Maria Vian, entre otras personalidades.

Durante los diez días que dura la exposición, se podrán contemplar documentos, muchos de ellos nunca mostrados al público hasta ahora, pertenecientes a diversos archivos: el Histórico del Senado, el Secreto Vaticano y el Central del Estado. Se podrán ver los originales de diversas encíclicas, como la «Ubi nos» (1871) de Pío IX o la «Rerum novarum» (1891) de León XIII, hasta algunas más recientes, como la «Caritas in Veritate», escrita y firmada de forma autógrafa por Benedicto XVI en 2009. También podrán consultarse dos de los textos más importantes del Concilio Vaticano II, de cuya apertura se celebran cincuenta años: la «Gaudium et spes» y la «Dignitatis humanae», ambos de 1965.

En los once paneles informativos en los que se ha dividido la muestra pueden hallarse cartas originales que muestran las reticencias de los italianos ante algunos de los cambios introducidos por el Estado. Una de estas misivas, fechada en 1914 y dirigida al presidente del Senado, registra la protesta de un grupo de católicos ante la propuesta de ley que preveía la precedencia del acto civil del matrimonio a la ceremonia religiosa. Según los firmantes, la nueva normativa no respondía a «ninguna exigencia de la vida nacional» y representaba «una abierta violación de la libertad del ministerio religioso y por tanto de los derechos y sentimientos del pueblo».

 

Nacimiento de un Estado
A través de documentos y diversas ediciones de «L'Osservatore Romano» se recorren algunos de los momentos más importantes de la relación entre el Estado italiano y la Santa Sede, como los Pactos Lateranenses de 1929, que normalizaron la situación entre ambos y dieron lugar al nacimiento del Estado de la Ciudad del Vaticano. También se detiene la exposición en la revisión del Concordato, que tuvo lugar en 1984, y muestra al visitante la histórica edición de «L'Osservatore Romano» realizada en 1961 con motivo del centenario del diario de la Santa Sede.

 

Joyas manuscritas y fotografías históricas
Quirógrafo de Pío XI al cardenal Gasparri sobre un telegrama que debía enviarse
al monarca italiano con motivo de los llamados Pactos Lateranenses, expuesto en el Senado
El jefe provisional del Estado italiano, Enrico de Nicola, acompañado por el presidente del Consejo, Alcide de Gasperri, al final de la visita al Vaticano del 31 de julio de 1946 en una foto del «L'Osservatore Romano»