España
Freire quiere ser único
Puede convertirse mañana en el primer ganador de cuatro mundiales. «Si está bien, es nuestro líder», dice De Santos, el seleccionador
MADRID- Óscar Freire quiere ser único. Nadie ha ganado más mundiales que él, pero hay tres ciclistas que han ganado los mismos. El italiano Alfredo Binda, que fue el primero, y los belgas Van Steenbergen y Eddy Merckx. Demasiada compañía para una leyenda. Mañana, al amanecer en España, el cántabro pretende abandonarlos y ser el primero, el único, que haya ganado cuatro Mundiales. Su ejemplo es Cancellara, que el jueves consiguió su cuarto Mundial contrarreloj.
Para intentar la hazaña se ha desplazado hasta Australia, hasta Geelong, a un circuito con una parte llana en el comienzo que se endurece al final. Como a él le gusta. Porque el Mundial para Óscar es una obsesión. Llegó a la Vuelta a España con la idea de ponerse en forma después de superar unos problemas respiratorios que le obligaron a operarse después del Tour.
«Espero no tener que quedarme hasta el final como me pasó en el Tour», confesaba en la Vuelta. Y programó su huida para el comienzo de la segunda semana, el ascenso a Coto Bello. Tenía previsto terminar su participación con el ascenso a los Lagos de Covadonga. Pero la meteorología le cambió los planes. Aquel domingo amaneció lluvioso, molesto. Y Óscar no quiso subirse a la bicicleta. No podía jugarse la entrada en la leyenda por un resfriado.
Se marchó a casa. A descansar. Y al seleccionador, José Luis de Santos, no le preocupó. «Está muy bien de forma y no la va a perder antes del Mundial. Se conoce muy bien y es nuestro líder si está bien». «Es nuestro líder», insiste De Santos. No importa que no llegue con muchos días de competición. Sólo llevaba 11 cuando en 1999 Paco Antequera confió en él y se lo llevó al Mundial de Verona. La respuesta de Óscar fue su primera medalla de oro. Ahora quiere el cuarto. Y para eso necesita al equipo. Como en Verona 2004, cuando Valverde le hizo de lanzador para que ganara su tercera medalla de oro. Entre medias de las dos citas de Verona había llegado el arcoiris de Lisboa.
«Freire está seguro de sí mismo y tranquilo», admite Juanma Gárate, compañero suyo en el Rabobank. Gárate será la voz del seleccionador en la carretera. Para los Mundiales se han prohibido los pinganillos y el ciclista vasco ejercerá de «capitán» para marcar la estrategia de carrera.
«Tiene una pedalada mucho mas suelta y fluida que en la Vuelta. Le he visto como en su mejor momento, cuando realmente está bien. Está muy motivado porque sabe que puede ser su Mundial, aunque no le presiona mucho el hecho de hacer historia. Cuando está bien de forma está seguro de sí mismo», reconoce Gárate.
La presión no es algo que asuste a Freire. Y si le puede, España tiene recursos. Como Samuel Sánchez y Luis León. Son los dos «liberados» del equipo, los que pueden buscar su oportunidad si Óscar no responde. Pero la primera opción siempre es Freire. El cántabro todavía aspira a disputar el próximo Mundial, Copenhague 2011. Pero es éste el que quiere ganar. El último maillot arcoiris quiere lucirlo en la carretera.
«Lo único que me preocupa es responder y los rivales. Pero son muy pocas las selecciones que pueden llegar a un hipotético ‘esprint. Espero que no nos pillen a la contra, que vayamos siempre controlando y que siempre haya un corredor delante», explica.
El australiano Cadel Evans, que defiende el título en su casa, es uno de los rivales más peligrosos. Pero para Óscar el enemigo es Gilbert, que demostró su gran estado de forma en la Vuelta. Pero el belga tiene que aprender a contar. Y Freire ya cuenta sin ayuda hasta tres.
2004 Verona
- Alejandro Valverde le hizo el trabajo de lanzador y Óscar remató en el esprint. En la ciudad italiana superó la frustración de los Juegos de Atenas, en los que se retiró por una caída.
2001 Lisboa
- Óscar remató por delante de Bettini y Hauptman. Como sucedió en su estreno Mundial, la temporada había sido corta para él después de siete meses parado por culpa de la espalda.
1999 Verona
- Fue la sorpresa. Era un desconocido que sólo había competido once días esa temporada cuando Antequera confió en él. Amanecía una leyenda del ciclismo español.
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