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Viraje hacia la independencia

Viraje hacia la independencia
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REUS- Cuando Artur Mas se pone corbata de cuadros azules avisa de que es un día importante. Llevaba una cuando fue investido presidente de la Generalitat, al anunciar la segunda oleada de recortes, y también ayer para ceder el cargo de secretario general de Convergència a Oriol Pujol. Pero más allá de entregar la vara de mando del partido, después de haber dirigido a las tropas convergentes durante doce años, ayer era un día importante porque los nacionalistas decidieron que ya era hora de despojarse de la piel de cordero y apostar sin complejos por un Estado propio para Cataluña, el último invento para hablar de independencia sin pronunciar la palabra maldita.

Abierta la veda, hubo quien se animó, como Felip Puig, que instó a construir «estructuras de Estado propio para Cataluña en el marco de Europa», porque «no podemos alcanzar la plenitud» dentro de España. O Josep Rull, que habló de levantar un «castell de tres de nou amb folre i manilles», una metáfora con la que describió la dificultad de lograr un Estado propio y que excitó de tal manera a la militancia que el auditorio de la Fira de Reus, donde CDC celebra su XVI congreso, se rindió al grito de «independència».

A Artur Mas le tocó reclamar moderación a los militantes más eufóricos para evitar choques con el discurso institucional de CiU. Mas llamó a los suyos a aparcar el radicalismo con el argumento de que la «transición nacional» de Cataluña debe hacerse de la mano de la mayoría de catalanes. No en vano, ha introducido la independencia en las preguntas del barómetro de opinión de la Generalitat, y, según la última encuesta, el 42,9 por ciento votaría a favor en un hipotético referéndum.

Aunque con una mano pidió calma, con la otra empujó a los soberanistas a concretar el camino hacia el Estado propio por la vía de enmendar la ponencia sobre «la transición nacional». Ya fuera con sus metáforas marineras, «después de años de travesía por el desierto, vimos la luz del mar y ahora hemos de poner rumbo hacia Ítaca», que en el imaginario soberanista es una Cataluña con Estado; o con un relato épico, «si existieran los Estados Unidos de Europa, Cataluña sería Massachusetts, un estado desarrollado y con capacidad de inversión».

La «rauxa» vence al «seny»
En un ambiente de euforia, después de que el informe de gestión de la dirección saliente fuera avalado por el 99,94 por ciento de los delegados, esto es sólo un voto en contra, las bases lograron, en un árduo debate, que la dirección del partido concretara el camino hacia el Estado propio en la nueva hoja de ruta. La «rauxa» venció al «seny». Y la ponencia final argumenta que si el modernismo fue capaz de plantear «Cataluña igual a nación», el catalanismo del siglo XXI ha de actuar con actitud de independencia y ha de plantear la idea de «Cataluña igual a nación más Estado». Porque «el Estado español ha demostrado las carencias que afectan su viabilidad como proyecto compartido». El texto insta a CDC a dirigir sus esfuerzos a «promover el debate social para construir un Estado propio que garantice la supervivencia de Cataluña como nación y su viabilidad como sociedad, hoy amenazada». Si no hay pacto fiscal, como decía Jordi Pujol, «átense los zapatos».