Barcelona
Desde dentro del Rocío
Francisco Campo refleja la cara menos glamourosa del peregrinaje
Suele ocurrir que uno tiene que irse muy lejos para apreciar lo que ha tenido tan cerca desde la niñez. El actor y director sevillano Francisco Campos no decidió que su primer largometraje siguiera a los peregrinos del Rocío hasta después de volver de una época de formación de diez años en París y Londres. Se especializó en «emoción» y qué mejor que aquella que le transportaba directamente a la niñez: «Mi familia es del pueblo rociero de Pila, en Sevilla, y desde pequeñito yo veía que el día antes de la misa de Pentecostés, mi madre preparaba filetes, tortilla de patata y los llevaba en dos cestas grandes a la aldea del Rocío. Entrábamos en una casa de hermandad y mi abuela sacaba una ensaladilla y mi tío una botella de vino y veía como todos compartíamos la comida y gente que no conocíamos de nada también. Y después veía como se compartía un baile y más tarde un rosario». Pero fue una anécdota concreta la que le puso en el camino de nuevo: un día, vio a sus sobrinas discutir por una muñeca. Entonces, la pequeña le dijo a la mayor: «Rocío, hay que compartir», y no sabe qué tendría esa palabra que la niña le dio la muñeca y se acabó el problema.
Esta era su premisa, frente a otros trabajos anteriores que han enfocado hacia el folclore u optaron por un tratamiento mucho más visual. Campos se tomó tan en serio el título que encarna al narrador en un peregrino novato que pide, literalmente, a todo el que se encuentra que camino que compartan algo, físico o espiritual. Así desde la hermandad de Triana hasta Almonte. «No quiero valorar a una más que a otra, pero Triana, además de ser una de las más populares, nos venía bien por el plan de rodaje», comenta el director. Su objetivo tampoco es mostrar una imagen idílica del camino, más bien lo contrario: «El filme expone la verdad de lo que se ve en el Rocío, aunque no guste, se le quita esa falsa idea de glamour. Por ejemplo si aparece un camión de la basura cuando grabas y transmite mal olor, se incluye. No se puede mostrar solo lo que queremos potenciar. El sudor, el cansancio, que al final se convierte en fatiga, pero todos acaban llenos de alegría».
PRUEBA SUPERADA
La prueba más difícil la pasó el documental cuando se pasó a la cúpula de la hermandad matriz de Almonte, pues estaban muy reticentes a nuevos proyectos porque creían que los anteriores habían adulterado la idea del camino centrándose en el famoseo. Demasiados rostros conocidos, bastantes famosos, un espíritu que no reflejaba lo que en realidad lo que es este peregrinaje. El realizador lo pasó mal esperando su respuesta, pero finalmente le felicitaron: «Has sacado el Rocío desde dentro, se nota que lo conoces bien», recuerda el director.
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