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Una lección ya sabida

Director: George Clooney. Intérpretes: Ryan Gosling, Evan Rachel Wood, Philip Seymour Hoffman, Marisa Tomei, George Clooney. Estados Unidos, 2011. Duración: 101 minutos. Drama.

Una lección ya sabida
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Hace apenas unos meses, el candidato republicano Herman Cain abandonó las primarias estadounidenses por culpa de un escándalo sexual que sus peores enemigos (¿su propio partido?) desempolvaron del baúl de los recuerdos. En todas partes cuecen habas, y quien esté libre de culpa que tire la primera piedra. Coherente con la filosofía del liberal americano que critica la mano que le da de comer, y aprovechando el turbulento clima político de su país, decepcionado por haber puesto demasiadas esperanzas en un mesías con pies de barro, George Clooney ha dirigido el reverso oscuro de «Buenas noches, y buena suerte»: si aquélla era la película perfecta para entender la América pre-Obama, rebosante de optimista idealismo, «Los idus de marzo» es la crónica de una nación que ha empezado a pasar revista a su pasado para bajarse los humos. Una nación que, como el personaje que interpreta un espléndido Ryan Gosling, responsable de comunicación de la campaña para la elección de un gobernador demócrata en Ohio, está condenada a perder su inocencia. Es demócrata, pero, como Cain, podría ser republicano: en tiempos de crisis la ideología es lo que menos importa.

Clooney no descubre nada nuevo: el poder es corrupto por definición, la política es un espectáculo, el idealismo no es más que una máscara que cae sola. Es un discurso que los cineastas de los setenta abordaron con pasión militante. Clooney demuestra la vigencia de ese discurso emparentándolo con una trama que reivindica sus vínculos shakesperianos. Aquí, pues, lo que cuenta es la violación de un código de honor que los hombres han escrito para esconder su ambición ciega. Clooney dirige su fábula descreída con la mano rota, como poseído por el espíritu de Lumet o Pakula, y encarna la metáfora de un itinerario moral en la que los mecanismos del poder devoran la presunta honestidad de la ideología que sustentan. Lo dicho: nada nuevo, pero sí contado e interpretado con ráfagas de genio.