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Garantizar la Sanidad
La decisión de la Generalitat de Cataluña de imponer una tasa de un euro por cada receta ha puesto sobre la mesa de la crisis económica el copago como medio para garantizar el derecho de todos los españoles a una asistencia sanitaria de calidad. En todo caso, la medida habría sido mejor entendida si la Generalitat hubiera esperado a compartir su estrategia en el próximo consejo interterritorial de Sanidad que se celebrará en breve. El Gobierno de Mariano Rajoy no ha cumplido aún cien días de mandato, pero ya su ministra de Sanidad, Ana Mato, ha puesto en marcha la maquinaria para plantear la reforma de un sistema que amenaza con colapsar la Sanidad pública. Lo cierto es que los españoles «copagan» ya parte de los medicamentos recetados por sus médicos, y que la medida de la Generalitat supone tan sólo adelantarse en un camino que busca tanto recaudar más ingresos para el sistema como reducir el gasto farmacéutico ineficaz. Porque es urgente acometer cuanto antes reformas profundas si se quiere mantener uno de los mejores sistemas sanitarios del mundo. Un sistema que afronta ahora la herencia de una deuda estimada en hasta 18.000 millones de euros dejada por un Gobierno socialista de quien cabría por tanto esperar alguna colaboración en lugar de críticas a cualquier medida correctora como única respuesta. Y por supuesto que el copago está entre las posibles soluciones, y no se debería dramatizar su aplicación, siempre que se garantice el acceso gratuito a los medicamentos a quienes carecen de medios económicos o sufren enfermedades crónicas que obligan a medicarse de forma indefinida. Gobierno y comunidades autónomas tienen ya perfectamente identificado el problema del gasto farmacéutico como uno de los grandes agujeros del sistema. Deben estar por tanto sobre la mesa el copago y la aplicación de un «medicamentazo». Una alternativa que será eficaz si acierta a retirar de la financiación pública fármacos de escasa eficacia terapéutica pero de amplio uso, que gravan extraordinariamente unas arcas que no pueden, en cambio, incluir otros medicamentos para combatir la hepatitis C y otras graves enfermedades. Como también es necesario crear centrales de compra o racionalizar los sistemas de asistencia de forma que los recursos y las plantillas se adapten a las necesidades de cada momento. Se trata también de poner fin a interferencias, políticas y corporativas, como las que crean por puro electoralismo y sin plan de viabilidad macrohospitales insostenibles o multiplican costosas pruebas diagnósticas de forma innecesaria. Pero la solución tiene que ser adoptada por todas las comunidades para que pueda ser eficaz y garantice que todos los españoles seguiremos disfrutando de una sanidad pública de calidad.
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