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Paso firme en Interior

La Razón
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Con apenas dos meses al frente del Ministerio del Interior, Jorge Fernández Díaz ha hecho ya frente a exigentes desafíos como los de ETA y las algaradas de Valencia. El ministro tiene ante sí una ingente responsabilidad como es la de gestionar la recta final de la banda terrorista, pero cuenta con buenas bazas como son la firmeza y la claridad del PP en torno a la Ley como única respuesta y la seguridad que concede disponer de Cuerpos como la Policía y la Guardia Civil con probada experiencia y capacidad. En una extensa entrevista con LA RAZÓN, es concluyente sobre la política antiterrorista. No hay margen ni voluntad para atajos o enredos. «El Gobierno no está en tregua.

Mientras ETA no se disuelva, actuará porque es una organización terrorista». Para quienes plantean incluso que el PP ha cambiado y que participa de un confuso proceso, ataja en seco ese discurso: «Nosotros no hemos pactado nada de eso que se dice la hoja de ruta. Tenemos un proyecto y un objetivo político: la disolución de ETA». No hay equívoco posible sobre que la convicción del ministro, compartida por la inmensa mayoría de los españoles, es que la democracia nunca pagará un precio por la paz, que no habrá negociación, que debe haber vencedores y vencidos, que el único futuro para ETA es la derrota y rendir cuentas ante la Justicia y que se salvaguardará la memoria y la dignidad de las víctimas, a las que Fernández Díaz se siente muy próximo. Además, recuerda, y recuerda bien, que la política de dispersión, censurada por el nacionalismo y también ahora por los socialistas vascos, «está prevista en la Ley», y que hay un protocolo reglado para todos aquellos etarras que quieran reinsertarse y que no va a cambiar.

El ministro se expresa con la misma rotundidad sobre los incidentes de Valencia. «La mayoría de las manifestaciones no se ha hecho en el marco de la Ley y ha habido una minoría radical violenta que ha atentado contra la Policía, que la ha insultado y que la ha agredido». Buena parte de los análisis han prescindido de aspectos clave como los citados por Fernández Díaz. La democracia tiene sus cauces y procedimientos para expresar la crítica o el malestar y lo que sucedió en Valencia poco o nada tenía que ver con estos principios básicos. Una parte de la izquierda movió el árbol con técnicas de guerrilla urbana y la otra recoge aún hoy las nueces con una instrumentalización vergonzante. La Policía estuvo en su sitio y el ministro hace lo que debe cuando asegura que «apoyará a una institución» que ha rendido y rinde un gran servicio al régimen de libertades. Compartimos el discurso de Fernández Díaz sobre que España «debe optar por la prudencia y la moderación», lo contrario alimentaría una suerte de autodestrucción. Siempre con la convicción de que «en democracia no tiene más representación quien más grita en la calle, sino quien más votos tiene en las urnas».