Europa

Comunidad de Madrid

Los buitres negros modelo de conciliación

Tiene unos intensos y redondos ojos negros, un magnífico plumaje entre negro y grisáceo y pesa más de seis kilos a pesar de que sólo es un polluelo de buitre negro de apenas sesenta días de vida.

Se trata de uno de los 57 ejemplares de la rapaz más majestuosa de Europa que han nacido esta temporada entre los pinos silvestres de la cabecera alta del río Lozoya, en la Comunidad de Madrid, donde el buen hacer de SEO/BirdLife y de la Consejería de Medio Ambiente ha supuesto un hito en el éxito de la conservación de esta especie, cuya colonia madrileña ha pasado de 42 parejas en 1997 a 96 en 2010.Y esto porque cada mañana, desde hace 14 años, un biólogo de SEO/BirdLife, Javier de la Puente, acompañado de agentes forestales de la zona, se encamina por las escarpadas laderas de El Pinar de los Belgas -una finca privada ejemplo de gestión forestal sostenible-, para, cual maestro vocacional con sus discípulos, comprobar que las 96 parejas de la colonia están en perfecto estado de revista.A pesar de la frondosa amalgama de pinares, De la Puente tiene perfectamente localizados por dónde vuelan, dónde comen, cómo se reproducen, dónde nidifican y cómo de buenos padres son estas señoriales rapaces, que de adultas llegan a medir hasta más de tres metros de punta a punta del ala."En febrero el trabajo se centra en tener todas las parejas localizadas, seguir su evolución para ver cómo arreglan su nido y ponen sus huevos, y ver que las labores forestales en el pinar -donde se extraen 5.000 metros cúbicos de madera al año- no dañan la zona de alimentación y de cría", explica el biólogo.El buitre negro, según señala Juan Carlos del Moral, responsable del área de Seguimiento de SEO/BirdLife, tenía fama hasta hace poco de ser una de las especies de rapaces más fieles a sus parejas."Cuando había menos seguimientos se pensaba que la pareja que escogían de jóvenes, a los 3 o 4 años, era ya para toda la vida, pero las investigaciones han puesto de manifiesto que no son tan fieles como pensábamos y que son frecuentes los intercambios de pareja", apunta.Leales o promiscuos, en lo que sí son un modelo los buitres es en el "reparto"de tareas domésticas entre machos y hembras, y esta mañana de junio, cuando De la Puente se dirige a anillar a uno de los polluelos nacidos en abril, es el "papá"quien está en el nido cuidándole y que, casi con una intuición responsable, abandona el hogar para que los expertos revisen su polluelo.Es entonces cuando José, el agente forestal, trepa los 24 metros de un pino silvestre para alcanzar el nido y, mediante una polea, mandarle en una cesta el polluelo a Javier, que lo espera abajo para auscultarlo, comprobar que esté bien y colocarle dos anillas, a modo de DNI, que lo identificarán de por vida: una amarilla legible con telescopio a gran distancia y otra pequeña y plateada con todos sus datos.El polluelo, un "paciente"de docilidad admirable, está "como una rosa"según todos los análisis y el agente forestal, que espera arriba desafiando el vértigo, lo recoge con la polea para devolverlo al nido.Dentro de unos tres meses sus padres dejaran de cubrirlo para que se vaya poniendo de pie y, seguramente, a mediados de septiembre emprenderá su propio vuelo en busca de algún conejo que llevarse a la boca entre los valles madrileños.Pero para Javier y para José el trabajo continúa. Todavía han de anillar alrededor de la mitad de los polluelos nacidos esta temporada, y vigilar que ni los envenenamientos ni los tendidos eléctricos perturben su hábitat.El buitre negro es una especie amenazada que en los años ochenta llegó a estar en peligro de extinción en España, donde apenas quedaron 200 ejemplares.Los planes de conservación y la labor de SEO/BirdLife han multiplicado por diez la población, llegando a superar las 2.000 parejas en las 35 colonias existentes en la península.Aún así, la responsabilidad de España en la conservación de esta especie es vital, en tanto que el 90% de la población europea planea sobre su territorio.