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Turquía

El primer final feliz

Y ante la Alemania de Nowitzki, España aprendió a jugar el último cuarto. Hasta el quinto partido del campeonato, la Selección no se ha ido a los vestuarios con la sensación de que el trabajo se ha culminado satisfactoriamente, de que los últimos minutos se han jugado con cabeza. Y eso después de cuatro victorias y una derrota, pero los finales de todos los partidos, sin excepción, dejaron demasiado que desear.

Pau Gasol, con 19 puntos, fue decisivo en la segunda parte
Pau Gasol, con 19 puntos, fue decisivo en la segunda partelarazon

Sólo se había ganado un último cuarto. Fue ante Gran Bretaña y de milagro. Alemania, en el arranque de la segunda fase, debe significar un punto y aparte. En una situación exigente, el equipo respondió amparándose en los de siempre, los Gasol y Navarro, a los que se añadieron un par de detalles defensivos de Ricky y la inesperada aparición de San Emeterio. Si el triángulo mágico funciona y no se queda huérfano, España es superior a todos.

¿Y el tobillo izquierdo de Pau? Bien, gracias. «En la segunda parte lo sentí con más fuerza y confianza», afirmó nada más acabar el partido. Fue la confirmación de lo que se había visto en la pista. En la primera mitad no se encontró cómodo. Fue pura cautela después del parón ante Turquía. No anotó, falló sus cinco tiros y contuvo como pudo a Nowitzki. El choque de las dos estrellas ofrecía unos números desconcertantes en el ecuador. Pau no había sumado; Dirk acumulaba nueve puntos, pero estaba lejos de convertirse en una pesadilla. Lo peor era que Alemania llevaba el ritmo del partido y España se agarraba a la producción constante de Marc. No era el mejor panorama. Los «vips» del equipo germano, Nowitzki y Kaman, habían encontrado más ayuda de la debida de secundarios como Hamann, Herber, Schaffartzik... Nadie en España, salvo Marc y los primeros dos triples de San Emeterio en el torneo, había ofrecido algo claro.

Para eso está Pau. Volvió a ser titular en la segunda parte y en menos de 20 segundos anotó su primera canasta con personal incluida de Nowitzki. Fue el comienzo del recital de un jugador del que se comentaba en el arranque del partido que no estaba mucho más allá del 60 por ciento. Pau trabajó delante y atrás, como si hubiera superado el esguince de tobillo hace dos semanas.
Anotó diez puntos en apenas cinco minutos y fue secundado por su hermano y por Navarro. Con los tres activados, España dio un primer tirón (50-41, min 34). Alemania, que en caso de derrota prácticamente se despedía de sus opciones para llegar a los cruces, resistió. Se reenganchó (56-55, min 30) sin que Nowitzki y Kaman hicieran daño. Alarma.

El último cuarto sirvió para revelar muchas cosas, quizá demasiadas con casi medio campeonato por delante. Con todo por resolver (62-59, min 33), volvió Pau. España afrontó el tramo decisivo con los dos Gasol; Scariolo concedió la dirección a Ricky en detrimento de Calderón; San Emeterio y Rudy ejercieron de aleros, pero... A falta de cuatro minutos, Rudy se fue al banquillo para que entrase Navarro. Calderón y Rudy vieron sentados los mejores minutos finales de la Selección en lo que va de torneo.

Porque después de unas malas defensas exteriores, en las que los «bajitos» de Alemania encontraron siempre el camino hacia el aro libre, Ricky forzó dos pérdidas. Y en ataque se jugó con más cabeza que nunca. En las últimas cinco posesiones de la Selección (66-63, min 37), la pelota siempre llegó a quien debía. España tuvo paciencia para que Navarro y Pau organizaran cada ataque y seleccionaran la mejor opción. Apareció Navarro, luego Pau, más tarde Marc, de nuevo Pau... Ataques bien ejecutados con paciencia, sin forzar. España alcanzó el último minuto con la máxima ventaja (74-65). Nada que ver con lo que se había visto hasta ahora. Las dudas no surgen en referencia al triángulo mágico, sino al papel de dos jugadores desdibujados en los planes del seleccionador. España jugó el final como nunca, pero lo hizo sin Calderón ni Rudy. El descanso antes del partido de mañana ante Serbia debe servir para rescatar a dos piezas llamadas a ser fundamentales.