Cuenca

José Luis Garci: «Si tuviera un iPad no trabajaría ni haría nada»

DE CERCA«Si yo hubiera sido de derechas, como dicen, sería director general de TVE, o ministro de Cultura o podría haberme ido al Instituto Cervantes de Nueva York. Yo creo que en la derecha hay gente estupenda y en la izquierda también».

«El fútbol es una de las cosas que nunca te fallan en la vida. Te pueden fallar tus padres, tus hijos, pero el fútbol nunca»
«El fútbol es una de las cosas que nunca te fallan en la vida. Te pueden fallar tus padres, tus hijos, pero el fútbol nunca»larazon

Quedo con José Luis Garci para hablar de su última película, «Holmes & Watson Madrid days», y me cita en el Dry Martini, un bar situado en el interior del Hotel Meliá Fenix de Madrid, uno de los preferidos de grandes estrellas del cine como Rita Hayworth, Gloria Swanson, Cary Grant o Charles Bronson. El mismo que eligieron los Beatles en 1965 para alojarse y para ofrecer una multitudinaria rueda de prensa con motivo de su único concierto en Madrid. El que también elige Loquillo para sus estancias en la capital... No esperaba menos de Garci, aunque él, más que por la historia, me ha citado aquí por el propio Dry Martini: «Un cuchillo disuelto, la bala de plata».

–Habrá que tomarse uno ¿no?
–Hace poco llegué a tomarme cinco. Pero nunca he superado esa marca
–¿Ni en los tiempos de «Beber de cine»?
–Bueno, en ese libro no es que hablara de los cócteles, evidentemente; pero a Cary Grant le habrás visto muchas veces con un Martini y el récord lo tiene Jack Lemmon en «El apartamento», donde tiene cinco palillos de las aceitunas puestos.
–Cinco. Como usted. O seis algún día ¿no?
–No, esa marca nunca la he superado. El otro día con nuestro común amigo Manuel Soriano llegamos a los cinco y porque nos los preparó muy bien Ángel, el barman de aquí. Y luego en casa, con Manolo Alcántara –a quien pertenece la definición de «cuchillo disuelto», que es la mejor–, Alfredo Landa y nuestro querido amigo, el fiscal general del Estado, Eduardo Torres-Dulce, llegamos a los cinco en tres ocasiones...
–Pero eso sería antes del ictus, ¿no?
–Antes y después me he tomado los míos.
–Vamos, que le gusta «Mirar de cine», «Beber de cine», «Latir de cine», «Morir de cine» y arriesgarse de cine, aunque éste último falte entre sus títulos…
–¡Si es que no tiene nada que ver! Lo que más me gustó de Ventura Anciones, mi médico, es que cuando le pregunté que por qué me había pasado me dijo que no tenía ni idea. Me hizo confiar más en él. Aunque lo que me salvó fue el Mundial de Fútbol.
–¿Del ictus?
–Bueno, más bien del aburrimiento, porque tuve que estar quince días metido en el hospital del Rosario y como era el año del Mundial de Alemania me dije: «Joder, me voy a ver todo el Mundial, los treinta y ocho partidos, ¡qué bien!». Y así estuve, relajado, por la mañana preparando cosas de la película y por la tarde, viendo partidos.
–Qué sería de los grandes hombres sin el fútbol... Ya decía Camus que se aprende mucho del fútbol ¿no?
–Hace veinte años, cuando la gente ignoraba que Camus había sido portero de fútbol y que había dicho que lo había aprendido todo sobre el comportamiento humano dentro del área que él defendía, decir que el fútbol enseñaba mucho sonaba extraño; pero lo cierto es que el fútbol es una de las cosas que no te fallan en la vida.
–Usted es del Atlético de Madrid, ¿no? Pues entonces el fútbol le falla de vez en cuando…
–Yo no hablo del equipo, hablo del fútbol. El Atleti es el cine negro, el fatalismo romántico, es el que tú sabes que va a perder aunque vaya ganando. Y al final yo veía a la gente, cuando era niño, que salía con aquellas gabardinas a lo Humprey Bogart, desencajado y con cara de haber perdido me decía «y a ése, además, le va a dejar la novia». Eso no tiene duda, pero el fútbol es otra cosa. Y de verdad no te falla. Te fallan tus padres, tus hijos, pero el fútbol nunca. Siempre hay una posibilidad de esperanza con un nuevo partido, una ilusión. Eso está siempre ahí y no cambia.
–Ésa es una frase estupenda para tuitear…
–Ya, pero yo no tengo Twitter, ni móvil, ni nada...
–¿Lo hace deliberadamente? ¿Quiere mantenerse al margen del mundo?
–A los 18 años tenía coche y no tenía dinero para tenerlo; a los 20, igual; y luego me dije: ¿para qué coño quiero el coche? Si tengo amigos con coche, voy en taxi... Teléfono móvil, ¿para qué? Tengo teléfono en casa, en la oficina me localiza todo el mundo… Twitter, blog, internet… A lo mejor dentro de unos años tengo eso, ¿cómo se llama? ¿iPod?
–iPad.
–Pues eso, porque para entonces la pantallas serán más grandes y podré ver un partido de fútbol o un combate de boxeo y daré al botón y lo veré; si lo tuviera ahora, no trabajaría, no haría nada. Mi amigo David Gayler, el productor de «Alien» y de «Esta casa es una ruina», desde hace seis años vive en Tailandia y está enganchado: no hace otra cosa.
–Si se lo puede permitir…
–¡Si es muy barato…! Aunque nos bajen las pensiones, qué más da comer poco y una copita de vez en cuando… Pero ahora, no.
–Yo he venido aquí a hablar de su película, oiga. Así que aprovecho para citar una frase de su Watson que dice que «el futuro no existe, es un invento de los triunfadores».
–Es verdad, ¿cuál es el futuro de España?
 –Supongo que depende de desde qué ojos se vea. Usted es un triunfador.
–Yo fui un triunfador en su momento. Tú no eres idiota y tienes algo que sabes que va a estar toda la vida y es el primer Oscar a una película en nuestro idioma, ¿no? Al cine español, con cuatrocientos y pico millones... Lo has conseguido, probablemente por casualidad y por suerte, porque nunca hay uno que lo merezca más que otro, pero eso es algo que tienes, un triunfo que no te va a quitar nadie. Pero es un triunfo que pasa, porque luego viene otro…
–Volvamos a la película que nos liamos: ¿cómo se puede hacer una película de Sherlock Holmes sin nada de acción?
–Sherlock Holmes piensa, ¿eh?
–¿Y los que piensan no actúan?
–No, verás. Yo de niño leía Sherlock Holmes y, por lo que sea, que habría que hablar con Freud, capítulo 2, nunca le veía con la doble visera en la gorrita, ni con la lupa, ni con la cachimba esa con la que fumaba… Yo le veía un tío con problemas sentimentales. Sí, porque era un tipo raro Holmes, inestable emocionalmente. Y entonces pensé ¿qué es lo más importante que podría descubrir Sherlock Holmes? ¿Lo más misterioso que hay en el mundo? ¡Coño, el amor! Eso sí que es un misterio. Todo el mundo sabe cuándo nace el amor, pero nadie cuándo termina. Así que pensé en buscar un Holmes distinto, por ejemplo que viniera a España. Y hablé con mi amigo Torres-Dulce, que es el experto en Holmes, y le pregunté: ¿por qué Conan Doyle nunca trajo a Holmes a España? Es curioso, ha estado en Washington, en Copenhague, pero aquí no. Pues vamos a traerle con la mujer que le pone nervioso, que es la famosa cantante de opera Irene Adler, y vamos a construir una película distinta.
–¿Y está satisfecho de cómo le ha quedado?
–Me encanta. Si fuera argentino diría «es linda». En serio, me gusta, me gusta el tempo lento. Está hecha sin prisas, quiero que la gente la vea sin prisas.
–Hombre, sería difícil hacerla con prisas si usted sigue diciendo aquello de «tómate la acción cuando tu quieras».
–Es que a un actor no le puedes decir acción y que diga: «Te quiero». No hombre, tómame la acción… La miras, sientes que te viene, como en el surf la ola, coges la tabla, te subes encima y dices: «Te quiero». Así es como yo entiendo la dirección de actores o actrices.
–Pues a dirigir, mientras haya industria, que cada vez hay menos ¿no?
–Hay poco cine. Yo he tenido la suerte de hacer cine. Hombre, que no era la época dorada, pero estábamos casi en la época dorada. Mis compañeros de ahora más jóvenes van a tener que acabar haciendo cine con teléfonos móviles y eso no es bonito. Lo bonito es tener una cámara que se deslice de verdad por unas vías de un travelling, una grúa que te acaricia tranquilamente. Todo eso pertenece al pasado: el gran cine se ha hecho en el pasado… Aun así, yo quería hacer una película sin meterles prisa a los actores.

 

Personal e intransferible
Garci es cineasta, escritor, editor y, antes que cualquier otra cosa, un formidable conversador. Lo mismo habla de Esperanza Aguirre –«cuando se fue, Luis Alberto de Cuenca y yo le mandamos un e-mail desde la radio, en el que le poníamos "in or out you are the top", haciéndole un homenaje a Cole Porter»– que de la crisis: «Yo creo que la mía es una generación capicúa que va a volver a vivir lo que yo viví de niño. Recuerdo las colas de la gente esperando la cartilla del fumador, que son las de los cinco millones que hay ahora en el paro…». O de la nostalgia de la tinta del periódico, o de cuál prefiere de entre sus películas. ¿Tal vez «El abuelo», como Rajoy? «No, "El abuelo"es una película mucho más de Galdós y Fernán Gómez que mía. Yo preferiría, quizá, "Canción de cuna", que es, como ésta de Holmes, de las que van a contracorriente, complicadas… Una cinta donde no pasa nada».