Asturias
Ir a Libia y no llegar
Esta vez Francia no ha querido quedarse fuera del protagonismo en el norte de África y fueron aviones suyos los que abrieron el fuego en Libia. Como era de esperar, Gran Bretaña estuvo lista desde el primer momento y Estados Unidos lidera las operaciones. En cuanto a España, el Gobierno de Zapatero ha comprometido su apoyo militar con una decisión que sitúa a España donde debe estar, aunque si uno se fija un poco, el papel de los militares españoles vuelve a ser secundario, con aviones en misión de patrulla y la incorporación de una fragata con base en Ferrol, es decir, lo bastante lejos como para que su incorporación al teatro de operaciones sea tardío, por no decir innecesario. Por lo visto se pensó en el portaaeronaves «Príncipe de Asturias», más cercano a la zona del conflicto, pero se comenta que el buque no está disponible debido a insuficiencias técnicas que no se pueden subsanar por culpa de problemas presupuestarios. Habrá que creer que el «Príncipe de Asturias» no está disponible, aunque uno se pregunte si la fragata «Méndez Núñez» era realmente el recurso naval más cercano del que disponía España para contribuir a las operaciones frente a Libia. Yo, como soy muy mal pensado, creo que lo que le ocurre a España es que quiere estar en la guerra sin haber ido a ella, es decir, colaborar con la intención y evitar las hostilidades, como quien comparte el peligro de los Sanfermines asomado sin riesgo a un balcón en la calle Estafeta. Cuando la fragata ferrolana llegue frente a Libia, es casi seguro que lo peor habrá pasado y el buque regresará a su base después de un viaje retórico y baldío que pondrá al descubierto la actitud temerosa de España y la falsa decisión de un Gobierno al que yo imagino que le habría gustado llegar aún más tarde a la guerra gracias a enviar su fragata desde una base de tractores en Zamora. Ya digo que en esto soy un poco mal pensado. Me gustaría equivocarme, aunque, sinceramente, todo apunta que, en línea con la más reciente actitud internacional de España, de nuevo el plan consiste en resolver con estudiada confusión la duda ética y miedosa entre el deseo de ir a Libia y la esperanza de no llegar. A lo mejor es ese el papel histórico que tenemos reservado en el mundo: alguien pone el esfuerzo y los muertos y nosotros nos reservamos en las exequias la suculencia del catering.
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