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Darse cuenta por Irene Villa

La Razón
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Somos muchos los que no dejamos de preguntarnos qué lleva a algunos a querer enriquecerse de forma rápida, abusiva e incluso ilegal. Los casos de corrupción tan tristemente conocidos en nuestro país dan cuenta de lo terrible e incontrolable que debe volverse la ambición a quien ataca. Y una se hace mil preguntas. ¿Acaso puede ser más feliz quien utiliza fondos públicos para costear vicios como la cocaína, como se descubrió en Andalucía, o el propio ego recluido en paraísos fiscales?, ¿puede dormir tranquilo quien falsifica facturas saqueando las arcas públicas? ¿De verdad alguien puede creer que será más feliz esquivando constantemente y ya para siempre la necesaria y vital honestidad? Se equivocan los que buscan fuera la felicidad dando esquinazo a los principios y valores humanos, porque es en ellos donde radica la propia armonía y bienestar. Eso precisamente es lo que ayer se puso en alza en un nuevo congreso titulado «Lo que de verdad importa»: experiencias de vida basadas en el esfuerzo y la entrega a los demás para sensibilizar a los jóvenes. Y es que, como dice mi amigo Javier Urra: «Para ser feliz hay que tener conciencia, ética y moral». Algo de lo que definitivamente carecen quienes protagonizan vergonzantes tramas de corrupción, blanqueo de dinero, casos de cohecho, tráfico de influencias… y otros hechos delictivos que quedarán impunes. Ojalá que aún estén a tiempo de darse cuenta de lo que de verdad importa.