Sevilla
Puro teatro por Lucas HAURIE
Pobres expertos de la Unesco, criaturitas, que van a pasarse unos días comiendo y bebiendo de balde a nuestra costa. Pasado el furor alejandrino de la comisión de evaluación del COI, con base en Casa Anselma y ramificaciones en todos los reservados de tres tenedores de la ciudad, Sevilla se postra ahora de hinojos ante los trincones del organismo más desprestigiado de la ONU, que ya es decir. ¿Cómo va a ser el «impacto visual» de una torre de tropecientas plantas en la ciudad más a ras de suelo del planeta? Pues parecido al de la bomba de Hiroshima. Otra cosa es que, pese al horror paisajístico y al dudoso negocio que es hoy en día construir miles de metros cuadrados de oficina, convenga erigir la Torre Pelli: por reactivar la construcción, por orientar Banca Cívica al sur, por evitar un litigio en los tribunales o por cualquiera de esas misteriosas razones de la política. Lo que está clarísimo es que no serán los funcionarios de una institución consultiva (y generosamente sufragada con dinero español) quienes tomen una decisión que no les compete. Se ponen hasta la corcha durante unos días y hacen como el que evacua un sesudo dictamen. Pues sí que cuesta caro el teatrillo.
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