Policía
Degüella a sus padres e intenta taladrarse la cabeza
Madrid- Al principio, parecía que sólo era un intento de suicidio. Un vecino del barrio Torresbellas, en Alcorcón, alertaba a los servicios de Emergencias de que alguien se había tirado por la ventana de un segundo piso. Miguel Perales, un joven de 26 años, permanecía tendido en el suelo de la calle Sierra de Alcubierre, en el número 6. Sin embargo, el caso sería mucho más grave.
Cuando llegaron los sanitarios y subieron el piso desde donde se había precipitado se encontraron los cuerpos sin vida de los dos ancianos. El hombre de 74 años, que respondía al nombre de José María P.B., yacía sobre un charco de sangre en el salón, con numerosas heridas incisivas de arma blanca, según informaron las fuentes de la investigación. María era su mujer, de 69 años, presentaba un cuadro idéntico, tendida en el suelo de una de las habitaciones, con las piernas en el pasillo. Los sanitarios aseguran que no pudieron hacer nada por las víctimas, que ya habían muerto antes de que intentaran socorrerlos. Por su parte, Miguel sería atendido minutos más tarde. Sólo presentaba contusiones leves ocasionadas por la caída desde un segundo piso, y en cuanto recobró el conocimiento, reconoció los crímenes de sus propios padres. Parece ser, según aseguran fuentes cercanas a la investigación, que encontraron dentro de la casa un taladro enchufado a la corriente, lo que se presenta como una hipótesis que apunta a que el asesino confeso podría haber intentado suicidarse después de cometer los crímenes. Como no lo consiguió, habría decidido tirarse por la ventana.
Inteligente e introvertido
Los vecinos del barrio estaban consternados. «Si ese chico era un trozo de pan», aseguraban. No comprendían cómo podía haber cometido semejante atrocidad. Y es que, al parecer, Miguel Perales llevaba muchos años cuidando de sus padres, que no gozaban precisamente de buena salud. El varón del matrimonio estaba en silla de ruedas desde hace 8 años por culpa de una demencia senil que le impedía relacionarse de forma normal con la gente. Una vecina recuerda que Miguel bajaba con su padre casi todas las tardes al parque más cercano al edificio. Por su parte, la madre había sufrido dos operaciones de cadera que no le permitían apenas salir a la calle. Era el hijo menor de tres hermanos. Paradójicamente, el mayor se encontraba en el pueblo del que procedía la familia trabajando en una casa para sus padres cuando se produjeron los hechos. Miguel «era quien más se ocupaba de ellos». Para muchos vecinos, ésta podría ser la causa de ese comportamiento tan atroz.
El agresor era un tipo inteligente. Muchos aseguraban ayer que estudiaba hasta tres carreras a la vez, pero la versión más repetida fue la de que su futuro pasaba por ser historiador. Sea como fuere, todos coincidían en que era un chico muy tímido e introvertido, «aunque muy agradable», apuntaba un vecino. Su futuro, sin embargo, ha dado un vuelco. Tras pasar por el Hospital Fundación Alcorcón, en el que fue atendido por las contusiones de la caída, Miguel Perales ha pasado a disposición judicial y la Policía ya investiga el caso.
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