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Corrupción la penitencia de Griñán

Corrupción la penitencia de Griñán
Corrupción la penitencia de Griñánlarazon

SEVILLA- Cada vez que el PP le llama el «presidente de los ERE», a José Antonio Griñán se le tuerce el gesto. Habla de campañas de difamación y de utilización de la Justicia, pero al presidente de la Junta –que no está imputado y está convencido de que nunca lo estará porque no hay nada que se le pueda imputar– ya se le relaciona con uno de los mayores escándalos de la democracia en España. En todo caso, con responsabilidad política compartida con Chaves, pero el que ocupa el puesto ahora es él. Lo reconoció la semana pasada la portavoz de su Ejecutivo cuando afirmó que el escándalo le hace «daño» a la imagen del presidente. Y con ese lastre acudirá por primera vez como cabeza de lista a las elecciones autonómicas. Andalucía es la región donde el dinero de los parados ha servido para «pagar fiestas y comprar cocaína», según la declaración del chófer del ex alto cargo del Gobierno andaluz. No era un director general cualquiera: nueve años con tres consejeros estuvo al frente de su cargo repartiendo el dinero de manera arbitraria, opaca y con una fórmula que el Tribunal Superior de Justicia de Andalucía ha declarado ilegal. ¿Y qué hacía el Ejecutivo andaluz? Nada, ya que asegura que no lo sabía. Y ahí se escuda para no asumir ninguna responsabilidad política, pese a que algunos mecanismos de control, como la Intervención General de Hacienda, plantearon sus dudas al procedimiento elegido. La instrucción de la juez Mercedes Alaya marcará quién se situó en la «cima de la pirámide» –expresión que usó la magistrada en un auto– de este expolio de los fondos públicos

Hay más casos que le acechan. Menores, porque los ERE lo absorben todo, pero también importantes. Fraude en contratación de discapacitados para cobrar subvenciones o en ayudas de la Unión Europea a la estabilidad laboral. De nuevo, en las mismas narices de un Ejecutivo ciego.

Griñán tiene además otro problema. La marca PSOE no es ya la que por sí sola ganaba citas electorales en la comunidad. Su liderazgo impuesto nunca se ha consolidado. Ha pasado de no hacer vida de partido cuando estaba Chaves, a dirigir la federación socialista más importante de España. Hay muchos socialistas que aceptaron a regañadientes su cargo. Digirieron su nombramiento por esa sumisión colectiva que caracteriza a los partidos. Pero el crédito, tras los últimos fracasos electorales y la dudosa gestión del caso de los ERE, se le agota. Sin cohesión interna la victoria se aleja. Con chóferes dispuestos a hablar, parece una utopía.

 

En su peor momento
Cuando apenas quedan unos meses para las elecciones andaluzas, el presidente de la Junta, José Antonio Griñán, no las tiene todas consigo. Tiene a su alrededor problemas de todo tipo e implicaciones en escándalos como el de los ERE. De hecho, él era el Consejero de Economía cuando se llevaba a cabo toda la trama. Y, además, en la que será su primera cita con las urnas como cabeza de lista, se encuentra con un PSOE dividido, en horas bajas y al que las encuestas le alejan del poder en su principal granero de votos.