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Politizar la desgracia por José Clemente
A Pilar Manjón, presidenta de la Asociación de Víctimas del 11-M y madre de uno de los jóvenes fallecidos en el maldito atentado contra los trenes de Atocha, nunca le gustaron las organizaciones defensoras de las víctimas del terrorismo, entre otras cuestiones porque como ella solía decir «son gente de derechas». Cómo iba a pensar cuando era de Comisiones Obreras que el destino le tenía preparada no una presidencia cualquiera de alguna de las decenas de AVT que hay repartidas por toda España, sino la más importante, la del mayor atentado jamás cometido en nuestro territorio y que sirvió para desalojar del Gobierno al PP en las elecciones de marzo de 2004, tres días más tarde del cruel ataque a los trenes cargados de trabajadores. A la izquierda española nunca le gustaron este tipo de asociaciones, por eso boicoteaban sus actos y procuraban diezmarlas con la menor excusa posible. A Pilar Manjón, de izquierdas ella, tampoco le hacían gracia estos grupos formados en su mayoría por familiares y amigos de los asesinados, hasta que llegaron los islamistas (no se sabe por quién instruidos) y la liaron parda. Entonces le llegó la hora y acabó encumbrándose en la mismísima presidencia de las víctimas del 11-M. Su pasó y permanencia en esta AVT ha dejado mucho que desear, pues dio su apoyo a lo que no debía, usó en algunos momentos su condición familiar en lo político y acabó siendo utilizada por el gobierno socialista de Zapatero para sembrar desunión entre estas entidades. Se cuentan por miles las fotos de Manjón con los líderes de CC OO y UGT, PSOE, la Unión de Actores y cuantas organizaciones de izquierda se la pidieran. A cambio, la suya recibió generosas subvenciones hasta convertirse en la más poderosa de todas las AVT. Su última jugada ya la sabemos: Estará en la pancarta de los sindicatos en el Memorial por las Víctimas de Atocha y hasta es muy probable que después continúe en la manifestación convocada en la plaza Neptuno contra la reforma laboral y, quien sabe si al acabar, incluso se tome alguna cervecita con Toxo y Méndez si la mañana resulta primaveral. La presidenta del atentado del 11-M debería exigir más respeto por las víctimas entre las que figura su hijo, al tiempo que debería velar por la no politización de ese día y del lugar donde se guarda memoria por los 192 fallecidos. Manjón debería guardar las formas aunque todavía le tire la izquierda y lo sindical, que es muy legítimo, como los derechos de otros padres de víctimas de los trenes de Atocha que se oponen a que se celebre el citado acto antigubernamental. Manjón debería ser más ecuánime en estas cuestiones, por no decir correcta -¡qué es lo que toca!-, porque esto último le obligaría a rechazar el uso partidista del lugar donde se honra memoria a todas las víctimas y, además, hacer de esa fecha una jornada de reafirmación nacional que muestre a los terroristas que con las bombas el pueblo está más unido que nunca y que, por ese camino, el de la violencia y la barbarie, no lograrán su propósito de dividirnos como ya hicieron aquel fatídico 11 de marzo de 2004. Manjón debería pedir la cancelación de ese acto, especialmente para no poner en el mismo lugar a las víctimas y a sus verdugos.
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