PSOE

Desmontar a la «víctima»

Los barones se conjuran para desenmascarar «la teoría de la conspiración contra Chacón»

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MADRID- Unos creen que ha nacido un símbolo; otros que pasó para siempre la estrella más fugaz del universo PSOE, y que nunca más volverá. Salvo sus más firmes partidarios, no hay socialista en el que el discurso con el que Carmen Chacón anunció su renuncia a las primarias no haya levantado ampollas. Pocos creen en el personaje sacrificado en pro de la autoridad del secretario general ni en el de la víctima de una supuesta conspiración del resucitado «comando Rubalcaba», por más que ella se haya presentado así ante propios y extraños.


La vieja guardia, en contra
La ministra de Defensa no dio un paso atrás para que el PSOE lo diese hacia delante, como ella dijo, ni para evitar la división interna, ni siquiera para garantizar la estabilidad del Gobierno. «Sólo hizo números y no le salieron las cuentas». En efecto, 13 de los 17 secretarios generales del PSOE estaban dispuestos a votar en el Comité Federal contra la convocatoria de primarias para impedir que, tras el derrumbe electoral, los socialistas se adentraran en una lucha intestina por el poder. Dicho de otro modo: Chacón sólo contaba con el respaldo de cuatro secretarios generales, curiosamente los que mayor batacazo han recibido en las urnas: José María Barreda, José Antonio Griñán, Tomás Gómez y José Montilla.

Tampoco tenía el beneplácito de la «vieja» guardia en su cruzada antiRubalcaba. Ni Felipe González, ni Alfonso Guerra, ni Juan Carlos Rodríguez Ibarra, ni Txiqui Benegas ni Carlos Solchaga.... Salvo el apoyo personal de menos de media docena de cuadros socialistas, la catalana no tenía más red sobre la que lanzarse al vacío de unas primarias. «Y eso fue lo que la empujó a la renuncia», sostienen sus detractores. Ni hubo generosidad ni sacrificio, ni mucho menos conspiración contra ella. «De haber tenido la seguridad de que la militancia estaba con ella y que los territorios representados en el Comité Federal apoyarían su empeño, no hubiera tenido duda en abrir una falla en el PSOE de incalculables consecuencias», afirma uno de los secretarios generales consultados por este periódico.

Pero más allá de las mayorías políticas, lo que ayer parecía evidente en el PSOE es que los barones están dispuestos a combatir la «película de la conspiración» que ha vendido la ministra, a la que acusan de hacer con su discurso de retirada una enmienda a la totalidad a todo el PSOE. Y algo escenificarán hoy en este sentido durante el Comité Federal.


«Papel de víctima»
Ayer, de momento empezaron por airear su malestar con el contenido y el continente del discurso que leyó la catalana. Primero, escenario elegido para su puesta en escena. «Elegir la sala de conferencias de Ferraz y no la Ejecutiva o el Comité Federal es el primer síntoma de su desconocimiento profundo del socialismo», afirma un miembro de la dirección federal. El segundo: «El papel de víctima», porque muchos creen que fue ella, y nadie más, «la responsable de poner a Zapatero al borde del precipicio» con su obstinación por la lucha interna. Aun a sabiendas de que el partido no quería unas primarias tras el resultado del 22-M y que Zapatero nunca las impediría, «fue ella la que puso al secretario general y al presidente del Gobierno» al borde del precipicio.

Aún hay más críticas: su discurso del «yo acuso» (con el que disparó a diestro y siniestro contra los de Rubalcaba sin mencionarlos) combinado con el «yo quiero» (en el que se presentó como salvadora de la socialdemocracia española). Y qué decir del «teatro» con el que aderezó la puesta en escena. «Nada es casual en ella: ni el sobrio traje azul marino, ni el tono de mártir, ni la lágrima que a punto estuvo de hacer rodar por su mejilla». Es el retrato de un destacado dirigente del PSOE que se atreve incluso a aventurar el fin de la carrera política de la ministra de Defensa.

Sí, en contra de quienes sostienen que el jueves nació un símbolo para el socialismo, un referente al que mirar en el futuro, hay voces que creen lo contrario.

«En este partido la venganza es un plato que se sirve frío», pontifica alguien que conoce bien la historia de un partido donde las fratricidas luchas están a la orden del día.

Mientras Chacón ha trasladado el mensaje de retirada momentánea y ha dejado abierta la puerta de par en par a su regreso después de las generales, el PSOE ha tomado nota de sus más que sobradas muestras de «indignidad y deslealtad» con un partido que tiene más de 130 años de historia. Y avisan sobre todo de que si algo ha puesto de manifiesto esta batalla es que «Chacón no era para ahora, pero tampoco para luego». Pase lo que pase tras las generales, «no es una opción ni el medio ni el largo plazo», es una «estrella fugaz» , el «epílogo de nada» y el «prólogo» de una aspirante a lideresa producto del marketing y sin ningún proyecto político.

«Quiso jugar en primera división teniendo sólo cualidades para segunda preferente», sentencia alguien que conoce de cerca el recorrido de la ministra, de quien todos creen que minusvaloró a «los pata negra» del PSOE.
 
Hoy es la historia del pudo ser, no fue y nunca será. Al menos dicen los que peinan canas en la casa socialista. Los otros, los que aún la ven como un alternativa de futuro, defienden a capa y espada que la catalana tome impulso. Sólo el tiempo dará o quitará la razón a unos u otros.