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La hembra australopitecus lo dejaba todo para vivir con el macho

Cree el hombre moderno que es el inventor de todo, de lo bueno y de lo malo, y no es así. La decisión que durante tantas generaciones ha enfrentado a los recién casados -¿viviremos cerca de casa de tus padres o de los míos?- es tan vieja como el propio ser humano. En concreto, los australopitecus. En aquella época, por cierto, ganaban ellos. Perdían ellas.

Restos de un cráneo de austrolopitecus
Restos de un cráneo de austrolopitecuslarazon

Cualquiera que se enamora de una persona que no vive en su barrio, en su ciudad o en su país sabe que en ocasiones es duro hacer la maleta, dejar amigos y familia y seguir tras sus pasos. Habrá quien piense que, en la civilización actual, son más las veces en las que es la mujer quien se sacrifica, o que, por el contrario, al final es el hombre quien con más frecuencia da su brazo a torcer. Algunos de nuestros antepasados, sin embargo, no parecían tener este dilema.

Un equipo de paleontólogos del departamento de Evolución Humana del Instituto de Antropología Evolutiva Max Planck (Alemania) ha demostrado que las hembras de Australopithecus africanus y Paranthropus robustus abandonaban su lugar de nacimiento y cambiaban de clan en algún momento de su vida, mientras que los machos se quedaban siempre cerca de su "hogar".

A esta conclusión han llegado después de analizar, a través del uso de isótopos del estroncio, el esmalte dental de 19 homínidos homínidos cuyos restos se hallaron en las cuevas Sterkfontein y Swartkrans, en Sudáfrica, y que tienen una antigüedad de entre 1,7 y 2,4 millones deaños. El estudio, que acaba de publicar la revista Nature, demuestra que tan solo el 10% de los dientes de homínidos macho hallados no pertenecían a la zona local, mientras que más de la mitad de los dientes de hembras procedía de fuera. Según los autores, cerca del 90% de los homínidos macho crecieron en la misma zona donde murieron.

Evitar la endogamiaSegún ha explicado al portal de ciencia SINC Sandi Copeland, autora principal del estudio, "cuando alcanzaban la edad adulta, los machos permanecían en su comunidad de origen, mientras que las mujeres se marchaban para unirse a otros grupos". Una de las razones por las que las hembras abandonaban su casa era para evitar la endogamia, un patrón de comportamiento que aún se observa en chimpancés y bonobos.

Los investigadores distinguieron los dientes de macho de los de hembra comparando el tamaño de sus molares para intentar averiguar por qué los machos se quedaban ‘en casa'. La investigación sugiere que los machos preferían la vegetación o el paisaje dominado por dolomitas (donde predominan las rocas semejantes a la caliza), ya que era más probable la presencia de cuevas. Esto les permitía, además, no tener que desplazarse.

"Estos homínidos tenían dietas altamente variables. No sabíamos si eso implicaba que los machos se movieran a menudo. Pronto vimos la diferencia entre machos y hembras", explica Julia Lee-Thorp, coautora del estudio y especialista en el análisis de isótopos de esmalte dental de fósiles del Laboratorio de Investigación de Arqueología y de Historia del Arte en la Universidad de Oxford (Reino Unido).