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Smiley albañil

La Razón
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Tras el pasteleo del TC, Smiley proclamó triunfante«objetivo cumplido», y llegó a declarar que el proceso autonómico ha concluido: ya no habrá más problemas, ni tensiones, ni reivindicaciones. Los nacionalistas oscilaron entre la incredulidad y la indignación. Después habló Fanfan la Moustache en la inauguración de los cursos de verano de FAES, y denunció que el proyecto de Smiley «es una obra más bien chapucera de albañilería política». A primera vista parece que tiene razón, pero aquí hay más facetas que las aparentes. Ante todo, el propio Fanfan no puede dar lecciones como si él nunca hubiera cedido ante los nacionalistas, y es incorrecto predicar el regreso a los principios y consensos constitucionales como si fueran bálsamos de Fierabrás incapaces de interpretaciones malsanas, contradictorias y antiliberales, y como si no fuera posible lo que estamos viendo: los socialistas maniobran para ocupar parte del terreno de los nacionalistas, y apuntan a un escenario donde sean capaces de gobernar con nacionalistas en un lugar y contra nacionalistas en otro. Dirá usted: tiene razón Fanfan, la albañilería política de Smiley es chapucera, y él no puede por tanto vanagloriarse de haber cumplido ningún objetivo. Es verdad que se trata de una chapuza indigna, innoble, mentirosa, ruin, onerosa, y todo lo que usted quiera, pero esa chapuza era precisamente el objetivo de Smiley y su banda que, por cierto, de momento siguen en el poder.