Historia
Cacería con motosierra
La motosierra, como metáfora aplicada a la escabechina política, puede tener en campaña electoral más recorrido incluso que en el cine, donde alcanzó con «La matanza de Texas» un talento expresivo digno de un Oscar, aunque fuera en la sección de casquería. El temor que suscita el rugido de una motosierra difícilmente lo puede igualar otra herramienta, así que cuando José Blanco la asocia a los recortes presupuestarios del PP lo que pretende es que no se oiga el siseo de la guadaña en manos del Gobierno. Amortizado el doberman como animal de compañía, llega la hora de la motosierra. En realidad, los dirigentes del PSOE llevan ya tiempo utilizándola, pero no para asustar al electorado, sino como arma de caza mayor contra los políticos populares. En sus alegres monterías, ministros, policías, fiscales y jueces abatían los venados con fusiles de mira telescópica y reservaban la máquina de cortar troncos para el «caso Gürtel», de modo que la sangre rociara el patio de butacas hasta la última fila. Durante casi tres años no se ha oído más que su chirrido carnívoro, cómo la cadena dentada descuartizaba reputaciones, carreras políticas, familias, amistades y hasta la autoestima de las víctimas. Bastaba con que el telediario de las nueve transmitiera en directo el preciso instante de la detención para que se pusiera en marcha la sala de despiece al completo: prensa, radio y televisión progubernamentales se emplearon compulsivamente, filtraron investigaciones con parcialidad, se burlaron secretos sumariales, publicaron verdades a medias y embustes enteros… Los mismos que luego se rasgarían las vestiduras por lo de Murdoch no tuvieron, ni tienen aún, empacho en participar en la cacería sin respetar las más elementales normas, no ya de la venatoria, sino de la profesión y con las mismas tragaderas que «News of the World». La exculpación de Luis Bárcenas, Jesús Merino y Ricardo Galeote, que han sido brutalmente linchados hasta ser expulsados de sus cargos, viene a demostrar la profunda perversión que el Gobierno del PSOE ha hecho del debate político, que si bien nunca destacó por su «finezza», ha pasado de emplear el florete de esgrima a la motosierra depredadora. No hay peor corrupción del sistema democrático que la utilización de los resortes del Estado para abatir al adversario en cacerías publicitadas.
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