Nueva York

Los secretos de camerino de Massiel por Jesús Mariñas

La Razón
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Se convirtió en un eco confirmado durante el primer estreno importante de la temporada. La de teatro comienza con buen pie, incluso ante la debacle de «My fair lady», que me confirmó su director, Jaime Azpilicueta, quien firma también la versión teatral de «Sonrisas y lágrimas». Demuestra que no hay que importar firmas extranjeras para obtener un buen resultado. El público acabó de pie a pesar de la mala noticia: Paloma San Basilio corta su gira en Valencia. Azpilicueta no entiende semejante fracaso: «Paloma está soberbia y llevaba once años sin montar un musical», apunta. Sigue viva todavía su encarnación en «Evita» y también la de «El hombre de la Mancha», que la cantante protagonizó junto a José Sacristán. Tampoco comprendía la desbandada del público con San Basilio. Quizá es que ya no interesen las peripecias del pigmalion y su violetera londinense, tan bien llevadas al cine por Audrey Hepburn. Yo vi su reposición escénica en Nueva York con Rex Harrison.

«Sonrisas y lágrimas» es el primer gran musical de Carlos Hipólito tras «Follies» y su estreno obtuvo una expectación inusitada. Acudió casi todo el reparto con Asunción Balaguer en estado de ternura, gracia y sonrisa permanente y acompañada por Linda Maribal bajo un colorista turbante. Fue lo más exótico de la noche y Massiel la miró –¿o retó?– desde lejos: «Compartí camerino con ellas dos y no quiero contarte», dijo, al tiempo que me anticipó que en breve será abuela. Su hijo Aitor va a tener su primer hijo: «No puedo decirte más porque ya sabes cómo le molesta que airee sus cosas», descubrió ante un Ángel Fernández Montesinos que, con Azpilicueta, es el que más sabe de montar musicales. Azpilicueta le confió que sueña con hacer «Gipsy», la gran creación de Angela Lansbury. Piensa en Concha Velasco como la posible protagonista, aunque desafine sin cantar y la pieza se las traiga. Por eso Bette Midler la hizo en versión televisiva.

Durante la cita, Manuela Velasco lució una melena replanchada y María Castro, estilazo, va por los fueros estéticos de Marisa Paredes, como Luisa Martín al aire de las grandes de nuestra escena. Me contó que acaba de hacer la sustitución de uno de los actores de «Orquesta de señoritas», un musical patrio que despista en su travestismo aumentado por Luisa. José Luis Garci, por su parte, cabreó a la Prensa gráfica al evitarla, quizá por el poco impacto de su última película sobre el Madrid novecentista de Alfonso XIII, donde Gallardón recrea a su tío abuelo Isaac Albéniz, también antepasado de la primera señora de Sarkozy. No faltaron Nieves Herrero, Carmen Conesa, Lara Dibildos, que habló del 1,90 de estatura de su hijo Fran, María Pineda, ya casi recuperada de su enfermedad, y Lucía Bosé, que demostró ser la más conformista del clan y se emocionó como Vito Monturioll con las peripecias de la familia Trapp.