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Reformas zapateriles

La Razón
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Cuando oigo a Zapatero hablar de reformas, me viene a la mente (no lo puedo evitar) el cómic de Francisco Ibáñez, Pepe Gotera y Otilio, Chapuzas a domicilio. Era tal la sucesión de torpezas de estos personajes, cuando intentaban arreglar alguna avería, se metían en tantos líos que, con razón tenían acreditada su condición de chapuzas. Con Zapatero ocurre algo parecido. Parece que las reformas las hace a domicilio. Depende del auditorio al que se dirija. No es lo mismo dirigirse a los empresarios, le sale una vena reformista y liberal, que dirigirse a los sindicatos, entonces la vena se vuelve pactista, o dirigirse a los militantes socialistas, donde la vena que le sale es revanchista, en busca siempre del mismo culpable: el PP. Este Gobierno aún no se ha enterado de que los deberes hay que hacerlos antes de que sean una obligación. Hay que planificar y ganar tiempo, más que vivir el día a día en busca del rédito electoral. Esto no es un cómic, y el derrumbamiento no lo sufre una casa, sino un país. Si Zapatero montara un negocio tendría que ser una empresa de reparaciones y chapuzas, como la de los personajes de Ibáñez. No sé si las reformas zapateriles, que así pasarán a la historia si es que pasan, son producto de la ineptitud del presidente o de las presiones a las que está sometido, llámense mercados, Europa o Felipe González que, parece que tiene ganas de volver, después de ver tanta chapuza.