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La muerte de uno por Agustín García Calvo
¿Qué nos querrá decir ahora este hombre, prima?: ¿que, antes del Hombre que lo dice, había ya en esto de la existencia algún asomo de futuro y muerte? -Pero eso no puede ser, prima, porque eso sería volvernos a contar la historia de la prehistoria, que no tendría ninguna gracia. ¿Verdá que no, Armando? -No: Tan sólo, que no volviéramos a caer, como en las tradiciones religiosas y en la Ciencia, en tomarnos esto del Hombre como algo nuevo y final. -Pues ¿cómo, si no? -Recordando, Crista, que en esto de la existencia, que no es más que la lucha entre la realización de la pura idea y número de las cosas y la masa que se resiste a eso, la lucha misma no puede menos de introducir algo de eso que nosotros llamamos conciencia o voluntad. -Ah: un empeño en ser cada cual la que es.-Una insinuación de Tiempo como el nuestro.-Sólo que las otras cosas no se lo tomen tan a lo trágico y lo sí o no. -¿Una cierta resignación a tener que comerse a otras y que ellas se las coman?. -No tan humano: un tanto de pre-conciencia, un poco de pre-tiempo. -Y eso de «poco», «tanto» y «pre-» serán bromas de nuestra lengua con las cosas. -Que bastan para no tomarnos al Hombre demasiado en serio. -Una broma como la del Dinero, ¿no? -O más bien, Queti, como el hijo del Hombre le descubría su broma y la de su dinero. -¿Cómo? -Que, poniéndole delante la ruina de su capital, a cero, que era toda la vida que tenía, al quedarse sin nada, sin futuro alguno, le deja ver en un vislumbre lo que en verdad era su muerte, no la de otros o de las cosas, sino la suya. -¿Qué? -Nada. -¿Nada? -Muerte total, imposible, eterna, inconcebible. -Y eso ¿es todo? -Si uno se empeña en ser uno, como su Documento de Identidad le manda, una muerte imposible es su castigo. -Y ¿nada más? -Bueno, el caso es que también puede eso leerse del revés -¿Cómo? -¿Quién le manda a uno empeñarse en ser uno? -Que a lo mejor ni siquiera puede.
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