Huelgas
A contracorriente
Que el ministro de Fomento ponga en tela de juicio las condiciones psicofísicas de los controladores aéreos y los critique con dureza, es el broche a una etapa de linchamiento público a un colectivo que vela por la seguridad de millones de personas y que no sabe cómo defenderse. Hacer públicos sus sueldos fue el primer paso. Había que alimentar la envidia de los ciudadanos para ponerles en contra de quienes diariamente tienen en sus manos las vidas de miles de pasajeros. De lo que no se quejan es del sueldo de ciertos altos cargos, federaciones, comisiones, ministerios que probablemente estén de más, o la excesiva cantidad de burócratas sin los que la vida de las personas no correría peligro alguno. Pero había que ponerles en el punto de mira. Esta vez la campaña ha ido contra las personas que se encuentran de baja cuestionando de paso a los servicios públicos de salud. Lo que está claro es que hay malestar y visos de incompetencia. Se habla de sustituir a los controladores aéreos por un sistema informático y «racionalizar sus condiciones de trabajo». Pues si se trata de racionalizar, habría que investigar también la gestión, las deudas y las inversiones públicas, por ejemplo. Porque lo que muchos nos tememos es que con decretazos y una dudosa gestión minen un sector tan delicado como es el de la Seguridad Aérea.
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