Bruselas
«España no puede relajarse»
Una vez que a Irlanda no le ha quedado más remedio que claudicar a la presión de los mercados y aceptar la ayuda de la UE, el foco se centra ahora en si la caída del «Tigre Celta» acabará por contagiar a otros países, como España
Consciente del riesgo existente, el Gobierno, ahora más que nunca, se afana en resaltar las, a su juicio, evidentes diferencias que existen entre ambos países agarrándose a dos argumentos: el primero, que el nivel de deuda español, veinte puntos por debajo de la media de la UE, es asumible para el futuro; y segundo, que su sistema bancario, como demostraron las pruebas de estrés de julio, goza de una fortaleza de la que carecía el irlandés. El argumentario lo reiteraron ayer desde el jefe del Ejecutivo, José Luis Rodríguez Zapatero, hasta la titular de Economía, Elena Salgado, pasando por la propia Comisión Europea, consciente de que la caída de España pondría en serios apuros su credibilidad y a la propia moneda única. En Bruselas, al menos de puertas para afuera, están de momento tranquilos. «En España, la situación se está afrontando de forma adecuada con esfuerzos de consolidación fiscal pero también con reformas estructurales que pueden reforzar el crecimiento y la creación de empleo para fortalecer la economía», declaró el portavoz de Asuntos Económicos, Amadeu Altafaj, que considera que la intervención de Irlanda calmará la tensión en los mercados.
Carlos Ocaña, secretario de Estado de Hacienda, también comparte la opinión de que España no es Irlanda, pero no cree, ni mucho menos, que el peligro se haya conjurado. España, dijo, no puede «relajarse ni ir más despacio» en el proceso de reducción del déficit porque, aseguró, es fundamental para ganar confianza en los mercados. Si hacemos lo que hemos dicho, sortearemos las turbulencias, aseguró a Ep.
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