Italia

La guerra de Ivan Bogdanov

Una nueva masacre como la de Heysel pudo producirse en la noche del martes en el estadio Luigi Ferraris de Génova, donde se enfrentaban las selecciones de Italia y Serbia en un encuentro clasificatorio para la Eurocopa de 2012

En la imagen, policías italianos trasladando a Ivan Bogdanov
En la imagen, policías italianos trasladando a Ivan Bogdanovlarazon

El partido, que comenzó media hora tarde y sólo duró seis minutos, fue boicoteado por un grupo de unos 1.500 ultras serbios, que protagonizaron todo tipo de incidentes violentos antes, durante y después del encuentro. La noche acabó con 17 radicales arrestados, 16 heridos –entre ellos dos Carabineros– y una ciudad tomada por el miedo. En una de las jornadas más tristes de la historia reciente del fútbol, probablemente saldrá vencedora la selección «azzurra» por 3-0 por decisión de la UEFA, pero terminó perdiendo todo el que ama este deporte.

Los ultras serbios llegaron a Italia preparados para armarla, sobre todo los seguidores del Estrella Roja de Belgrado. Su principal objetivo era el portero titular de la selección, Vladimir Stojkovic, «culpable» por haber cambiado el Estrella Roja por el Partizán, su máximo rival, y por haber encajado tres goles el viernes pasado en el encuentro ante Estonia. Los radicales intentaron agredirle a la salida del hotel y consiguieron finalmente hacerlo en el autobús de la selección serbia. Tras protagonizar numerosos actos vandálicos durante todo el día por las calles de Génova, los ultras fueron confinados por la Policía en la «jaula», el espacio del Luigi Ferraris donde se ubica a los «tifossi» más violentos. Ni el muro transparente de cinco metros ni la red de seguridad fueron capaces de controlarlos. Dos de ellos se encaramaron a lo más alto de la valla y desde allí arengaron a sus acólitos para que lanzaran bengalas, pequeños explosivos y otros objetos a los seguidores italianos y al campo de juego. Cuando uno de estos artefactos cayó junto a la portería «azzurra», el colegiado suspendió el encuentro.

Los episodios de violencia protagonizados por los seguidores serbios se prolongaron hasta las dos y media de la madrugada. La Policía registró todos los autobuses de los hinchas hasta que localizó a Ivan Bogdanov, el líder de los radicales serbios en el estadio, donde ocultó su rostro tras un pasamontañas. Fue identificado por uno de sus tatuajes después de ser sacado a la fuerza del maletero de un autobús donde se había escondido. Bogdanov, como buena parte de los hinchas de Serbia desplazados hasta Génova, no es sólo un radical, también un criminal. Ha sido ya condenado cuatro veces por la Justicia de su país. Ahora conocerá también las cárceles italianas.

Según la Prensa serbia, Bogdanov y sus secuaces, todos de ideología ultranacionalista, están relacionados con el capo mafioso que organizó los ataques a la manifestación gay recientemente celebrada en Belgrado. Su objetivo es crear el caos para provocar la caída del Gobierno. De momento, lo que consiguió fue que el partido del martes se suspendiese y que su Selección perdiese tres puntos que pueden ser importantes camino de la Eurocopa.



El castigo más duro de la UEFA será para la Federación Serbia
¿Quién tiene la culpa de lo sucedido en el estadio Luigi Ferraris de Génova? ¿La Federación de Fútbol Serbia? ¿La italiana? ¿La UEFA? Ayer estas tres organizaciones se cruzaron acusaciones entre ellas. El Gobierno serbio pidió perdón por el comportamiento de sus seguidores, pero criticó a los organizadores transalpinos por no haber preparado bien la seguridad del encuentro. Éstos respondieron asegurando que no sabían que los seguidores serbios eran unos criminales y aclarando que sólo el buen hacer de las fuerzas de seguridad italianas evitó una tragedia. La UEFA, por su parte, echó la culpa a «quien provoca los incidentes», pero recordó que quien organiza un partido «debe garantizar la seguridad en el estadio». Lo más probable es que ambas federaciones reciban sanciones, aunque será la serbia la que se lleve la peor parte.