Visto y no visto

Qué sería de este mundo sin magia. Un mundo donde, misteriosamente, hay cosas que aparecen y desaparecen sin que nadie entienda el cómo –el dinero, por ejemplo–. Sin embargo, la magia puede ser algo positivo; es más, casi siempre lo es y no hay nadie que mejor entienda esto que los niños. Es impresionante ver sus caras medio asustadas y medio sorprendidas y sus miradas perdidas en el infinito, allá por donde es posible –en realidad no lo es– encontrar una respuesta al porqué de los Reyes Magos y el Ratoncito Pérez.

El problema es que estos ejemplos que acabo de poner son invisibles, pero en La Cripta Mágica la magia y el misterio es palpable.

Este local, fundado en 1987, fue pionero en la especialización de la magia y solamente hay espectáculos de ilusionismo.

La decoración está ambientada en los teatros de «rojo y oro» de principios del siglo XX, con tres palcos: el real, el de sombras y el de magia. Todos los elementos decorativos son originales y hay vitrinas repletas de objetos que utilizaron en su momento antiguos magos.

El espectáculo durará aproximadamente una hora y los niños se sentarán en el medio de la sala –con los padres alrededor para que les puedan echar un vistazo–.

Además, todos los asistentes, que deben haber reservado con anterioridad –hay un aforo máximo para asegurar la proximidad y una buena visión–, recibirán un regalo al salir: una figura de globoflexia.

Y lo más importante: para entrar hay que decir una contraseña críptica. Habrá que averiguarla.