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Volver a los ochenta
La batalla por los presos centra el objetivo actual de ETA. Trata de volver a la situación de finales de los ochenta. Una vez lograda la presencia en las instituciones, con los beneficios que ello le ha acarreado, la banda y su entorno político deben satisfacer a quienes se encuentran en las cárceles y a sus familias. Y no lo ocultan. Dos manifestaciones en breve tiempo como demostración de fuerza. Su razonamiento tiene lógica. «Si hemos conseguido eludir la Ley para presentarnos a las elecciones, ¿por qué no para alcanzar otras metas?». ETA trata de recuperar a los presos y a su ámbito social. Los presos son una célula muy importante. Ello les otorga el control de la calle en Euskadi. Quieren volver al escenario de cuando todos estaban allí. La dispersión de presos les perjudicó. Tanto, que ese nuevo marco, en ocasiones, se volvió contra la organización. La ausencia del asesinato y la extorsión –decisión que fue obligada, pero hábil– les da ahora más fuerza en la calle, que es donde ellos se mueven. Y quieren recuperarla a toda costa. ETA muestra un nuevo frente y, ante él, Rajoy y su Gobierno deben revestirse de Estado. Decidir de acuerdo con la Ley. «Esclavos de las leyes para poder ser libres», decía Cicerón. Antes de cualquier negociación, disolución y a disposición de la Justicia. Después ya se hablará de beneficios penitenciarios y demás consecuencias. El error fue negociar antes de exigir la desaparición. Hoy, hay otro Gobierno y aquella negociación es papel mojado. Así lo han decidido los españoles en las urnas el 20 de noviembre. El acierto de nombrar a quien mejor conoce la estrategia de ETA respecto a los presos, Ángel Yuste, ofrece grandes garantías para afrontar la nueva situación. Mariano Rajoy debe tener bien presente aquella proclama de Simón Bolívar: «Las armas os darán la independencia; las leyes os darán la libertad». Así es la vida.
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