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Un español contra el mal

Manuel Carballo dirige «La posesión de Emma Evans»

Un español contra el mal
Un español contra el mallarazon

Manuel Carballo («El último justo», 2007) se fue un día a hacer las Inglaterras sin apenas salir de Barcelona y terminó con una película de terror con reparto inglés bajo el brazo. Ya se sabe que el Imperio es propicio a niñas endemoniadas, y allí situó Carballo a la suya, una adolescente con pavazo e inquilino (Sophie Vavasseur, que ya se ha curtido en títulos como «Resident Evil: el Apocalipsis» y «La joven Jane Austen»). Pero no todo es lo que parece en esta correctísima historia de exorcismos que dio algún susto en Sitges.

–A ver cómo le pregunto sobre el final del filme sin soltar un «spoiler», pero es que parte de su originialidad reside en su clímax...
–Sí, me interesaba retratar la fragilidad de una familia sometida a fuerzas demoniacas, pero podía haber sido una adicción o una enfermedad letal. Y a veces las enfermedades se salen con la suya. La película tiene un final ambiguo: triste, pero con un punto luminoso.

–No es un exorcismo puntual, sino un proceso que dura varios días.
–Quería contar la posesión desde el punto de vista de Emma. En estas películas suele ser el entorno el que decide, y en este caso es la poseída quien toma las riendas para quitarse al demonio. En cuanto al proceso, quería encarar el exorcismo como si fuera una enfermedad: las sesiones podrían ser perfectamente de quimioterapia. El proceso va deteriorando al personaje y lo lleva a un estado final de fatiga moral y física.

–Además, al final el hombre no es mucho mejor que el demonio.
–Sin duda. Creo que el demonio ha servido a lo largo de la historia para proyectar o justificar el lado negativo del ser humano. Seguramente, si no existiera el hombre sobre la Tierra, tampoco lo haría el diablo.

–Es inevitable que haya referencias a «El exorcista». ¿Más allá de los homenajes, cuánto hay del filme de Friedkin en el suyo?
–No mucho. Revisé unas pocas películas sobre el tema, pero fue sobre todo para evitar lugares comunes. Evidentemente, cuando haces un filme sobre posesiones hay códigos a los que te tienes que circunscribir. Pero me inspiré en otras grandes cintas que no tienen nada que ver con el género, de Cassavettes al documental, el cine de los Dardenne, Lars Von Trier... Traté de huir de ese mundo tan trillado para contar una historia fantástica desde un punto de vista casi documental, realista.

–¿Le han tratado bien en la corte del Rey Arturo?
–Si tienes a Excalibur cerca, puedes hacerte entender (risas). Los actores anglosajones, sin desmerecer a los españoles, tienen una formación brutal. Transmiten una naturalidad especial. Y el hecho de buscar rostros desconocidos para apoyar el tono realista nos empujaba a hacerlo fuera de España. A posteriori, intento situar nombres españoles en la película y se me hace difícil.

–Además, es más fácil que un inglés esté poseído, ¿no?
–(risas) Evidentemente. La Pérfida Albión siempre genera elementos diabólicos.



El detalle
UN GUIÑO A FRIEDKIN

Curtido en la Factoría Filmax, reconoce Carballo que le gusta el terror, y hay un guiño a «El exorcista» en el filme: «Es una escena icónica, la del sacerdote saliendo de la casa, un plano que me encanta», Pero también aclara: «No soy un talibán del género. Siempre lo he disfrutado, me ha generado grandes momentos y pesadillas, pero me atrevería con otro tipo de películas, Tengo en la cabeza westerns y dramas, no le hago ascos a una buena historia».