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No hay entradas
La Meca, esa discoteca de Águilas amenazada por los integristas islámicos y que ahora ha sido rebautizada como La Isla (del Fraile), rozó este fin de semana un lleno total. No colgaron el cartel de no hay entradas porque no lo tenían, pero sus «seguratas», musulmanes ellos, tuvieron que emplearse a fondo ante tamaña afluencia. Objetivo logrado. El gesto de los propietarios de reaccionar con rapidez para no ofender a nadie les ha salido muy a cuenta. Que nuestros políticos del Gobierno, Interior o Delegación del Gobierno miraran para otro lado o estuvieran en los toros tomen nota. La gente de a pie se volcó en el apoyo que otros les negaron y eso es mucho decir. Lleno absoluto. A rebosar y con gente en la fachada haciéndose fotos en plan guiri. Igual que en La Meca, a rebosar y todos inmortalizándose en celuloide o digital. Esta es la respuesta a semejante atropello de los radicales islámicos. No podemos tolerar que nos impongan sus costumbres, ni cómo debemos hacer nuestras cosas. En todo caso, son ellos los que deben adaptarse, respetar y dar gracias. En Egipto visité una mezquita árabe y me vi obligado a descalzarme y mi mujer a ponerse una chilaba. Sin problemas. Nosotros respetamos y es justo lo que pedimos a los demás. Lo que en diplomacia se llama la corresponsabilidad: Yo te respeto, tú me respetas y no me obligas a gastar dinero y cambiar mi modo de vida por temor a que cuatro e-mails me inoculen el miedo. El respeto es de ida y vuelta, porque en caso contrario no es respeto. Eso sí, deben cambiar algunas cosas cuando se vaya el abanderado de la Alianza de las Civilizaciones que nos ha llevado a la alianza de la bajada de pantalones.
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