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Urdangarín declara que tenía la sensación de que su socio le «robaba»

Urdangarín declara que tenía la sensación de que su socio le «robaba»
Urdangarín declara que tenía la sensación de que su socio le «robaba»larazon

PALMA DE MALLORCA-El duque de Palma completó ayer su fin de semana «horribilis» en Palma de Mallorca. Después de 14 horas de interrogatorio repartidas en dos jornadas, el juez José Castro pasó finalmente el testigo a media tarde a los fiscales Anticorrupción. La interminable comparecencia de Iñaki Urdangarín para aclarar su responsabilidad en las supuestas irregularidades cometidas en el seno del Instituto Nóos terminaba a la 1:36, tras más de veintidós horas. Su presencia en los juzgados todavía se habría prolongado más si se hubiese celebrado una vistilla para decidir la adopción o no de las medidas cautelares anunciadas por la acusación popular que ejerce Manos Limpias, quien piensa reclamar la retirada del pasaporte a Urdangarín e incluso la imposición de una fianza millonaria para evitar la cárcel. Pero en un receso, ya casi a medianoche, Castro aseguró–para alivio de todos– que, al no estar obligado por ley, la dejaría para otro día.

Antes, el duque de Palma explicó al juez que durante su gestión al frente de Nóos tenía la sensación de que su entonces socio, Diego Torres, le estaba «robando». Ya en la instrucción, un empresario que contrató con Nóos declaró al magistrado que los dos socios no terminaron bien. No es para menos. Según mantuvo este testigo, Torres le aseguró que Urdangarín «no trabajaba» y éste, a su vez, le transmitió sus sospechas de que Torres «le estaba robando». Por otro lado, el duque de Palma también negó, a preguntas del fiscal Pedro Horrach, que tuviera una cuenta en Suiza donde habría ido a parar el dinero procedente del Instituto Nóos.

Urdangarín, que el sábado había insistido en que se desvinculó definitivamente de Nóos en marzo de 2006 a instancias de la Casa Real admitió ayer, sin embargo, que en 2007 reclamó al entonces director general de Deportes del Gobierno balear, José Luis «Pepote» Ballester, una deuda pendiente de 400.000 euros del Ejecutivo insular con el Instituto Nóos.

Ballester ya se refirió a esa cantidad cuando compareció ante el magistrado y aclaró que no se negó a pagar, sino que le pidió al duque de Palma que antes «terminara su trabajo» (un plan estratégico sobre turismo y deporte que, según Anticorrupción, Nóos terminó entregando recurriendo a un vulgar «corta y pega»). Eso sí, el duque de Palma dejó claro que en ningún momento presionó al medallista olímpico, sino que se limitó a mediar entre ambas partes para que el problema se solucionara. Finalmente, la deuda se saldó.

Urdangarín sólo se refirió en una ocasión a la Infanta Cristina, cuando explicó que ambos realizaron la entrevista de trabajo a la empleada de hogar a la que, mantiene Anticorrupción, pagaron con dinero de las cuentas de Aizoon, la empresa que comparten al 50 por ciento. Según fuentes jurídicas, el duque de Palma siguió insistiendo en que de las facturas se encargaban los contables y que no tomaba decisiones, «exonerándose de cualquier responsabilidad» en las supuestas irregularidades. El juez acabó «hasta el gorro de escuchar siempre las mismas respuestas», añadieron. «Para lo que está diciendo, casi mejor que no hubiera declarado», comentaban.

Castro también exasperó con sus preguntas a más de un abogado, sobre todo cuando se enrocó en una interminable sucesión de cuestiones sobre los correos electrónicos enviados por el contable de las empresas de la supuesta trama, el también imputado Miguel Tejeiro, cuando el duque de Palma «ni los recibió ni los envió».

Ambiente menos crispado
Urdangarín llegó a los juzgados apenas cinco minutos antes de la hora fijada por el juez para retomar su declaración. Recorrió a pie, como el día anterior, los últimos metros hasta los juzgados, pero su semblante no tenía nada que ver. Mucho más relajado, esta vez no tuvo a bien detenerse ante los periodistas. Sólo se le escuchó un correcto «buenos días», más que nunca un formalismo antes que una convicción. El ambiente en los alrededores, mucho menos crispado, seguro que le ayudó a sobreponerse al mal trago.

El que sí habló en su nombre a unos metros de la sede judicial fue su abogado, Mario Pascual Vives, quien explicó que su cliente afrontaba la segunda jornada de interrogatorio «con coraje, tesón y ganas de poderse explicar». Una vez más, hizo hincapié en que el duque de Palma volvería a insistir a lo largo de su declaración en que la Infanta Cristina «no tiene nada que ver» con las supuestas irregularidades en su actividad empresarial que le han traído ante el juez. Respecto a los insultos proferidos contra su defendido el día anterior, el letrado tiró de estoicismo: «Seguimos resistiendo».

«¿Van a terminar hoy?»
Unos minutos antes les había precedido en su llegada al tribunal el magistrado José Castro, esta vez sin espontáneos jaleándole. Para el magistrado sólo había una pregunta, casi un ruego: «¿Van a terminar hoy?». «Espero que sí», mascullaba con un gesto de lo más elocuente. Quedaban todavía muchas horas por delante. 

 

LAS CLAVES DE LA DECLARACIÓN
1.- La DEUDA de 400.000 euros con el gobierno balear

El duque de Palma admitió que en el año 2007 reclamó al director general de Deportes del Gobierno balear, José Luis «Pepote» Ballester, una deuda pendiente de 400.000 euros. El sábado aseguró por contra que se desvinculó de Nóos en marzo de 2006.
2 Las presiones a BALLESTER
Iñaki Urdangarín negó que en momento alguno presionara al medallista olímpico «Pepote»Ballester, sino que tan sólo se limitó a mediar entre ambas partes para que la deuda finalmente se saldara.
3 asistenta retribuida con dinero de Aizoon
Iñaki Urdangarín se refirió en una ocasión a la Infanta Cristina para explicar que ambos realizaron la entrevista a la empleada del hogar a la que, según Anticorrupción, pagaron con dinero procedente de las cuentas de Aizoon.
4 SIN RESPONSABILIDAD EN LA CONTABILIDAD
Por segundo día consecutivo, el duque de Palma volvió a insistir en que de las facturas se encargaban los contables y que él no tomaba decisiones, «exonerándose de cualquier responsabilidad» en las presuntas irregularidades.