España

Adiós sin grandeza

La Razón
La RazónLa Razón

Aborrecido por los que nunca le votaron y por quienes haciéndolo se han sentido defraudados. Qué pena de despedida. Sin un destello de grandeza siquiera en el adiós. Ese momento último del que la dignidad te obliga a ser dueño. Suárez lo fue. Pero hasta para escribir su final Zapatero no ha tenido agallas para romper con el personaje, ese que hace siempre lo contrario de lo que dice. Quería agotar la legislatura en busca de un imposible reconocimiento futuro, pero los suyos le habían ido desactivando por fases. Y Rubalcaba, con el brazo armado del Grupo Prisa, ha decidido cuándo el propio presidente debía darse el golpe de gracia en beneficio del nuevo candidato. Si al menos ayer, sólo ayer, el presidente hubiera pensado en el interés de los españoles, las elecciones serían antes del 20-N. Pero benditas sean. Al fin. En fecha simbólica que cerró una época negra de nuestra historia en 1975 y ahora ofrece a los españoles la oportunidad de clausurar otra. De deterioro político y económico absoluto. También moral. Veremos qué deciden las urnas en noviembre. Hoy, como no hay mal que cien años dure, España entera celebra que Zapatero es historia y respira con alivio. También aquellos que hasta hace muy poco le bailaban el agua. Colaboradores entusiastas en su desgobierno, fieles de sus políticas y cómplices de sus desmanes. Rubalcaba el primero. Transformado en salvavidas de urgencia al que se aferra ese establisthment socialista que busca sobrevivir al descrédito que Zapatero ha conducido a la izquierda.