Moda

Guerra al kitsch

La Razón
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Aliviada estoy. Los responsables de la jotaemejota han desatado una campaña de fumigación contra la horterada. Nada de vírgenes del Pilar que se encienden y apagan. Prohibido. Erradicado. La Iglesia tiene el mérito de una de las tradiciones culturales más bellas del mundo. Catedrales góticas, motetes renacentistas, cuadros irrepetibles, oratorios geniales. Lo mejor de cada casa. Algo pasó en el siglo XIX que llenó los templos de una imaginería floral y querubinesca que infantilizó la percepción de lo religioso. Y la cosa llegó al horror a mediados del siglo pasado.
Guitarras desafinadas, graznidos en las iglesias y esos productos eléctricos y de plástico que lo mismo representaban una basílica que un Cristo ensangrentado que te miraba de través y te guiñaba un ojo. Terrible. Pues se acabó. La JMJ llega de la mano de los maestros de la moda española de vanguardia. Los diseñadores no sólo han aportado la cartelería callejera o las pancartas.
Es que el «merchandising» se ha encargado a Kina Fernández, Antonio Pernas y Toni Miró. La mochila de los peregrinos es roja con discretos ribetes amarillos: es alegre, se ve bien y recuerda la bandera del país anfitrión sin caer en el patrioterismo. Por fin me gustan los elementos propagandísticos de unas jornadas religiosas.
Me encantan los ratones para el ordenador –en blanco y aluminio- y los pequeños rosarios-pulsera de cuerda color naranja, donde los nudos sustituyen a las cuentas.
No se rían si les digo que todo esto indica un vigor nuevo. La belleza tiene mucho que ver con la verdad.