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Un canguro como animal de compañía contra la depresión
Christie Carr viste a su canguro rojo con pañales y ropa para niños e incluso tiene un asiento especial para él.
Hace años el popular juego de mesa «Scattergories» causó furor a través de un anuncio de televisión en el que se aceptaba, con la letra «p», «pulpo como animal de compañía». La excentricidad puede que no lo sea tanto para Christie Carr, una estadounidense que vive entre la aventura y el drama por su amor a los animales, en particular hacia un canguro con el que comparte techo.
La ciudadana de Oklahoma ha tenido que mudarse incluso a otra localidad después de ver peligrar en su ciudad natal la posibilidad de cohabitar con el macrópodo. Las autoridades locales de Broken Arrow han negado haber amenazado a Christie con arrebatarle a su mascota, pero -por si acaso- ella ya ha cambiado de localidad para evitar la legislación y se ha trasladado a McAlester, donde los funcionarios le dijeron que la ciudad no tiene ordenanza que prohíba los canguros y que ella y su mascota eran bienvenidos.
Christie Carr, de 39 años, ha sido diagnosticada con depresión y se aferra aún más a la compañía de su canguro, llamado Irwin. El cuidado de Irwin es casi un trabajo a tiempo completo: le cambia de pañal varias veces al día, lo alimenta de ensaladas, verduras crudas y palomitas de maíz y le cose incluso los vestidos que luce cuando sale de la casa.
«No sé si volveré a ir de nuevo a Broken Arrow», dijo Carr, que no entregó la documentación apropiada que le han permitido mantener Irwin. Todo ello a pesar de que el año pasado el concejo votara a favor de crear una exención a la ordenanza de animales exóticos que permitía a Carr mantener Irwin dentro de la ciudad bajo ciertas condiciones. El permiso requerido aludía a un seguro de responsabilidad civil obligatorio para los propietarios de animales que asciende hasta 40.000 euros ante hipotéticas lesiones infligidas por el animal y la certificación de que éste tiene una vivienda adecuada para su salud y cumple con todas las normas federales y estatales para la concesión de licencias.
Carr no podía permitirse el lujo de comprar la póliza de seguros de Irwin, pero un donante anónimo pagó la cuota correspondiente el año pasado. Al principio, los funcionarios de Broken temían que el canguro rojo pudiera representar un riesgo para la seguridad pública ya que pueden llegar a pesar más de 90 kilos y saltar más de siete metros.
Animal paralizado
Carr, quien no trabaja debido a su estado de salud, encontró consuelo en la compañía de Irwin después de tratarlo mientras trabajaba como voluntaria en un refugio local de animales.
Irwin se fracturó el cuello y sufrió daños cerebrales cuando chocó contra una valla, y Carr se ofreció a llevarlo a casa y cuidarlo.
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