Muere Fidel Castro
Los inolvidables de César VIDAL: El manifiesto comunista
Leí por primera vez «El Manifiesto comunista» cuando era adolescente. Como me ha pasado con otros clásicos del socialismo –la «Utopía» de Moro, el «Qué hacer» de Lenin, «Mi vida» de Trostsky…– la primera lectura me sedujo más por la música que por la letra. Sólo después, reflexionando sobre lo que decían los cantantes, he sentido que se me helaba la sangre en las venas porque ni Marx ni Engels ocultaron nada. Más bien todo lo contrario. En el breve texto, los dos promotores del socialismo dejaron más que establecido que iban a liquidar la familia porque no pasaba de ser una convención burguesa a la que había que oponer el intercambio de pareja. Marx algo debía de saber del tema porque dejó embarazada a la criada y le enjaretó el crío al bueno de Engels al que, por otro lado, sableaba para poder vivir como un burgués. Pero volvamos a lo nuestro. También anunciaron con claridad Marx y Engels que su finalidad era liquidar la sociedad capitalista no para imponer una más justa y democrática sino la dictadura del proletariado, una dictadura que, por supuesto, se encarnaría en la de un partido que fuera verdaderamente socialista y no socialista de medias tintas como otros. Para llegar hasta ese punto –el avance del socialismo– por supuesto tendrían que arruinar con impuestos progresivos a los ciudadanos y acabar con la libertad de prensa, como pasos previos a que corriera la sangre siquiera porque determinados segmentos sociales debían ser exterminados. Se podrá decir –hay que decirlo, de hecho– que ni Marx ni Engels acertaron al profetizar cuál sería la evolución de los sistemas capitalistas, ni tampoco dónde se produciría la primera revolución socialista, ni mucho menos el desarrollo del S. XX. Todo eso es cierto. Sin embargo, fueron indudablemente lúcidos en su descripción del camino intermedio entre la revolución y el fracaso. Sería –fue y es– un camino construido con sangre, con odio, con propaganda, con ausencia de libertad y con la eliminación de personas e instituciones como la familia que pudiera interponerse en la marcha hacia la consumación de la Historia. Se podrá decir lo que se quiera, pero pocas lecturas existen más aleccionadoras para el momento actual que «El Manifiesto comunista».
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