Londres

Andy Warhol no hay color

Una docena de «retratos cinemáticos», mudos y en blanco y negro. Lou Reed te clava las pupilas sin decir una palabra. Las llamadas pruebas de cámara se exponen en el MoMA de Nueva York junto a vídeos del artista.

Utilizó la cámara casi como mero experimento y se rodeó de sus amigos para las llamadas «pruebas de cámara»
Utilizó la cámara casi como mero experimento y se rodeó de sus amigos para las llamadas «pruebas de cámara»larazon

La mirada cinematográfica de Andy Warhol está presente en el Museo de Arte Moderno de Nueva York con una nueva exposición que se centra en la faceta de videoartista del icono del pop art, desarrollada a mediados de los años sesenta. Las serigrafías estallando en colores y las sopas de la lata Campbell con sus rojos intensos han quedado aparcadas para mostrar una faceta menos conocida del artista. Ni Marilyn, ni Elizabeth Taylor ni Jackie Kennedy. Ni rojos, ni violetas, ni verdes esmeralda. Tampoco se parecen estas obras a las que se pudieron ver en la exposición de Ivory Press que se presentó en Madrid en 2010 relacionadas con la danza, en la que se daba voz al Warhol más íntimo, amante del lápiz y de los trazos leves.

El blanco y negro dominan en una muestra que recoge doce «retratos cinemáticos», vídeos conocidos como «Las pruebas de cámara» con primeros planos de personajes tan populares como el actor Dennis Hopper y el músico Lou Reed, que miran de frente al objetivo de forma impasible o realizan acciones mecánicamente. Son sus caras sin aditamento alguno, un imagen frontal, la cara del retratado y poco más. Entre los rostros silenciosos que pueblan esas pruebas de cámara destacan Edie Sedgwick (1943-1971), la trágica musa del artista ( a la que se ve en un primer plano con los ojos fijos y de quien se hizo muy famosa una imagen en la que conversa con el artista durante una presentación en Nueva York en donde Warhol la mira con auténtica veneración); el poeta de la generación «beat» Allen Ginsberg (1926-1997) y la escritora y ensayista Susan Sontag (1933-2004), todos personajes que recuerdan el constante culto a la celebridad en la obra de Warhol.

Las doce pruebas de cámara, que funcionan como una suerte de almanaque visual de la escena de vanguardia de los años sesenta del siglo XX, son proyectadas a gran escala en los muros de las galerías del MoMA dejando que el visitante se sienta vigilado por los ojos de los retratados y que le obliguen a dirigir sus pupilas hacia las paredes. Para conseguir las miradas deseadas, Warhol (1928-1987) utilizó 500 rollos de filme con los que grabó y captó la vulnerabilidad de sus famosos amigos tanto en sesiones en The Factory, el nombre de su estudio en Nueva York, como en situaciones espontáneas. Aunque rodó sus películas a la velocidad estándar para los filmes sonoros de veinticuatro fotogramas por segundo, el artista especificó que sus obras debían ser proyectadas a una velocidad menor, dieciséis fotogramas por segundo, similar a la usada con las cintas mudas, explicaron los responsables de la exposición, precisamente para conseguir esa sensación de que parece que la vida se ha detenido temporalmente frente al objetivo de los protagonistas.

A velocidad estándar

Esa excepcionalidad tiene como resultado unas imágenes que fluyen de forma lenta y que otorgan a los personajes retratados una aureola de presencia eterna, como si por un momento dejaran de formar parte de este mundo. Warhol filmó los retratos tanto durante las sesiones que se organizaban en The Factory como en otras espontáneas que no estaban preparadas. Junto a esos vídeos, la muestra también recoge otros filmes experimentales de Warhol como «Sleep» (1964), un película que grabó con su primera cámara, una Bolex de 16 milímetros en blanco y negro y por la que sentía un cariño muy especial.

Como Beckham

Se trata de una cinta en la que se puede ver al poeta estadounidense John Giorno mientras duerme, de forma similar al vídeo que en 2004 mostraba al icono de la cultura popular y futbolista David Beckham en pleno sueño y que fue expuesto en la National Portrait Gallery de Londres (aquí en Madrid se pudo ver en el Museo Thyssen). Warhol creó, con las imágenes de Giorno dormido, una película de cinco horas y media sin ningún tipo de acción, de la que el museo sólo muestra un pequeño fragmento. El protagonista aparece en plena fase de sueño sin mover un músculo. Sin embargo, el MoMA ofrece al visitante la posibilidad de sumergirse en el sueño de Giorno con proyecciones de la película en su totalidad.

Más activo es el filme «Kiss», que se muestra en un improvisado cine instalado en una de las salas del MoMA para la ocasión y que enlaza imágenes de diferentes parejas besándose a cámara lenta grabadas a lo largo de varios meses. Nueva York, la ciudad que encumbró a Warhol como primera figura del pop, está presente en la exposición a través de la película «Empire» (1964), que dura ocho horas y tiene como protagonista (con ese título no podía ser de otra manera) al Empire State Building, el rascacielos más alto de la Gran Manzana. La exposición, abierta hasta el 21 de marzo, se completa con el filme «Eat», donde se ve al también artista pop Robert Indiana mientras se come una seta, y la polémica «Blow Job», que muestra el rostro del actor DeVeren Bookwalter (1939-1987) mientras un desconocido le hace una felación, acto que no aparece en pantalla, una de las cintas que en su época levantaron más controversia.
Warhol empezó su producción de retratos en movimiento en forma de película durante el verano de 1963, después de dedicar buena parte de su obra a la reproducción en serie de imágenes de iconos populares como las actrices Marilyn Monroe y Liz Taylor, y Jacqueline Kennedy en pinturas hechas mediante serigrafía.

Nuevas experiencias

Deseaba experimentar con otros formatos y en otras técnicas, con la ausencia de color, con una paleta en la que la estridencia estaba vetada. Warhol halló en el cine un nuevo medio de expresión tan potente o más que a través de los múltiples. En su incansable afán por investigar nuevos campos quiso experimentar con aquellos que estaban más cerca de él, con quienes compartía amistad y que eran capaces de dar un nuevo sentido a su manera de concebir el arte. Lo suyo no era rodar una gran película ni ponerse detrás de la cámara de manera permanente, sino coquetear con un medio lleno de posibilidades.


El detalle: Los Basquiat y Warhol de Hopper se venden
Denis Hopper disparó dos balazos a un retrato de Mao Zedong que había pintado Abny Warhol. Fue una noche, en 1970, cuando se asustó de su presencia sin percatarse de que era su propio y caro lienzo. Pero éste, en lugar de enfadarse, dijo del protagonista y director de «Easy rider» que era un colaborador. Hopper formó parte de la generación beat y frecuentó la escena del arte pop de la costa Oeste de EE UU, entablando amistad con Lichtenstein, Warhol y otros. Ese cuadro (en la imagen) está entre las 300 piezas de arte procedentes de años de coleccionismo del actor que se subastarán la semana que viene. Junto a ella, salen a la venta obras de Annie Leibovitz, Wallace Berman, Helmut Newton e incluso un «collage» creado por el también actor Viggo Mortensen («Alatriste») y una chaise longue diseñada por Frank Gehry. Christie's subastará un guión de «Easy rider» con anotaciones a mano y carteles de algunas de sus películas.