Sevilla
Las construcciones han aumentado un 577% robándole al río 106137 hectáreas
La usurpación de suelo del estuario del Guadalquivir no deja de crecer. Hay un 577% más de terreno construido, 106.137 hectáreas, y un 15% más de superficie agrícola, 2.993.445 hectáreas, que hace 55 años
Según los datos del CSIC, las construcciones –36.821 hectáreas– han crecido un 339,5% entre 1956 y 2003; el uso agrícola se sitúa en 611.014 hectáreas, con un aumento de un 9,11%; las zonas húmedas y superficies de agua ocupan 60.138 hectáreas, un 39,21% menos; y las áreas forestales, 327.442 hectáreas, un 9,11% menos. A eso hay que sumar que, estuario arriba, se han construido 69.316 hectáreas, un 237,63% más; el uso agrícola se sitúa en 2.332.277 hectáreas, un 5,25% más; la forestal suma 1.934.614 hectáreas, un 0,88% más; de agua hay 30.829 hectáreas, un 203,43% de crecimiento.
En los 70 se destruyeron lugares de desove con la extracción de arena del lecho del río: viviendas e industria. La mayor superficie de arrozal produce «más demanda de agua dulce, lo que implica una menor biodiversidad y más toxicidad». El levantamiento del muro «potenciaría las inundaciones por marea». La presa reduce un 60% el agua dulce en el cauce, lo que impide la fotosíntesis y provoca hipoxia e hipercapnia (que afecta a los moluscos). Las nuevas construcciones han provocado una mayor asimetría, sobre todo en la margen izquierda de la desembocadura.
El déficit del estuario causa la ocupación de los llanos mareales por los desarrollos agrícolas y el control de acceso a Doñana, lo que causa un menor prisma de marea, insuficiente para estar en equilibrio (no se va la suciedad) y se hacen necesarios los dragados de limpieza. Desde el siglo XVII se modifica el cauce del Guadalquivir. Los dragados periódicos (necesarios, ya que la insalubridad impediría vivir en las zonas cercanas a la ciudad) mantienen la profundidad en seis metros.
La toxicidad es consecuencia, principalmente, «de los arrozales y afecta a Doñana, Matalascañas (por la erosión) y a la biodiversidad». La presa de Alcalá reduce la renovación de aguas en la parte alta del estuario. Existe un fuerte desequilibrio, con episodios de turbidez extrema y toxicidad.
También influyen las canalizaciones (para evitar las inundaciones y acortar el acceso al puerto).
Los usos agrícolas provocan pérdida de suelo. Además, hay que considerar la emisión de abonos y el desarrollo urbano. La concentración de la población por zonas y las industrias conllevan contaminación.
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